Reflexiones sobre el problema del mal.
- Narayana Putra
- 4 jul 2023
- 16 Min. de lectura
‘’(...) como la serpiente yo [Dios] muerdo, como el encantador yo [Dios] curo.’’
-tomado de una parábola de Ramakrishna Paramahamsa
con respecto al problema del mal y su relación con Dios-

1. El problema.
El problema del mal es una paradoja filosófica con respecto a la existencia y cualidad de Dios. Aquí se parte del supuesto que Dios es Omnibenevolente, o sea, es el epitome del bien, capaz de hacer solo el bien, o deseoso de solo hacer el bien. Entonces, la contradicción surge al observar el mundo y reconocer que en él hay una obvia idea de ‘’mal’’, pues toda sociedad ha desarrollado sistemas de moralidad: opuestos de actos y actitudes, aprobados y condenados.
En antropología llamamos a estos sistemas ‘’regulación social’’, parte de la regulación es establecer Tabú -lo prohibido. La transgresión de lo prohibido se califica de inmoral. Si bien no existe un universal de lo prohibido, si existe el universal de la prohibición; solo es el qué lo que cambia. De la idea de tabú e inmoralidad es que postulamos la idea de ‘’el mal’’: el caracter ontológico de la prohibición.
Más que físico -natural- el ‘’mal’’ es metafísico, y Dios es el principio metafísico por excelencia -la deidad(es) en cambio es su manifestación cultural. Entonces ¿cómo Dios siendo el principio universal, permite otro principio universal -aunque de menor jerarquía- que se le opone en esencia? Esto lleva a otros multiples cuestionamientos de: ¿por qué existe el mal? ¿de dónde procede? ¿quién lo controla? ¿es Dios bueno? Es por estas preguntas que el mal es un problema lógico-teológico.
Las diferentes teologías al rededor del mundo han proporcionado muchas respuestas. El termino Teodicea es dado en occidente para nombrar el esfuerzo teológico de justificar la Omnibenevolencia de Dios con respecto al problema del mal. Por lo tanto, este será un intento de reflexionar en el asunto desde mi perspectiva, pero no como un antropólogo, sino como un Sanatani (hinduista).
2. La metáfora.

Comencé este ensayo citando a Ramakrishna Paramahamsa, un santo bengalí del siglo XIX, quien solía condensar complejos asuntos metafísicos en sencillas parabolas. Una de sus parabolas aborda el problema del mal, en ella Ramakrishna asocia a Dios con una serpiente y al mal con su veneno. Procedo a resumir la parabola:
Es bien sabido que el veneno de una serpiente es peligroso para todos, excepto para ella misma. Para otro animal, aparte de la serpiente, el veneno es una amenaza. Pero siendo la Serpiente no hay peligro, ni amenaza, por parte del veneno. Para la serpiente el veneno es como su propia saliva, inofensiva. Si existiera solo la serpiente no podría inferirse siquiera la existencia del veneno.
La explicación de esta simbología, por ende, es la siguiente: Si existe una separación dual de Dios (la serpiente) se puede experimentar y concebir el ‘’mal’’ (veneno). Sin embargo, si se es uno con Dios, el ‘’veneno’’ no existe, no hay tal dualidad, no se concibe ni se experimenta el mal.
La diferenciación del bien y el mal es una ilusión. El ‘’mal ’’ es una categoría fenoménica, pero no ontológica. Solo la omnibenevolencia es real y posee sustancia. Claramente, yo estoy más dado a la disertación que a la parábola, por lo tanto, procederé a discutir los puntos que conllevan a esta conclusión.
3. De lo dual y lo no-dual.

Brahman es todo lo que hay, todo lo que existe. Él es Uno, Único, sin un segundo. La realidad, por lo tanto es Brahman; y este último es no-dual. Que se distinga entre espíritu y materia se conoce como Maha-maya: la Gran Ilusión. Esta ilusión proviene del Brahman, se expresa por Él, a Él responde y a Él retorna. La materia depende completamente del espíritu, no puede ser sin Él, ni es su esencia diferente o independiente. De hecho es una evolución del espíritu. El mundo material vino a ser por acción del Brahman como Ishvara (el controlador), sacrificándose a sí mismo, por sí mismo, para sí mismo. Todo este mundo es el cuerpo del Jagat Purusha (la Persona Universal). Aparte del Purusha no hay nadie más.
Una realidad no-dual no acepta antinomias: bien o mal. Lo no-dual siempre es lo que es, no necesita un opuesto para existir. Lo no-dual no puede hacer daño ni se puede hacerle daño, porque para eso se necesitan dos. No muere, ni nace. No se crea, ni se destruye. Es inmutable. Es eterno. Es Brahman. El lenguaje es limitado al decir que lo no-dual es el Gran Bien, porque no conocemos una palabra de un Bien que exista sin un mal, sin limite, sin definición. En lo no-dual solo hay Bien supremo.
El Señor es aquel no-dual. Él no puede ser antagonizado, su majestad es infinita. El Señor no tiene enemigos. Eso significa ser Omnipotente: no es vencer siempre, sino ser incapaz de ser contrariado. Nada es imposible para Brahman, nadie es su igual, nada es su contrincante, nada puede amenazarlo. Para la realidad no-dual no hay ningún Satana (adversario-opositor). El mal no antagoniza al Señor, ni está fuera de su jurisdicción. En cambio, es solo una categorización de los efectos de su evolución real en la materia (Parinamavada). La materia no es mala, ni está separada, ni se rebela, ella simplemente es en Brahman. Ella cambia según la voluntad del Único, no por voluntad propia. ¿Acaso las olas del mar se mueven sin la voluntad de Varuna?
Ni el mar, ni el sol, ni el viento, ni el vacío, ni lo desconocido se mueven por si solos, es el Brahman quien los mueve. El Brahman es perfecto, pero no se puede comparar a la imperfección, porque su perfección es absoluta; no da cabida al opuesto. Nadie hace el bien, nadie hace el mal, la materia simplemente cambia por su curso fijo.
Sin embargo, todo esto es muy difícil de digerir. La cognición humana no está hecha para entender estas cosas, debido a que ser un humano es identificarse con una idea de finitud. Para el humano siempre hay otros, él no es el otro, ni lo otro. La voluntad humana solo rige un cuerpo, y ni siquiera lo logra completamente. ¿Acaso alguien decide envejecer, sufrir o morir? El humano no es como lo no-dual, el humano vive como un ser dual - a pesar que su Atman es diferente y no-diferente del Brahman no-dual.
Maha-maya es ver lo que realmente no está, lo que no es. Maha-maya es concebir una individualidad separada: un uno diferente de un otro, separado, aislado, inconexo. Pues así como el sueño hace que los parpados pesen y cubran los ojos, Maha-maya es un sueño, donde el ojo no ve. Por una razón inconcebible, el Atman decide ser muchos, y entra en todos los cuerpos. En los cuerpos Él yace como dormido, e imagina que es el cuerpo. Con todo, el cuerpo es mortal: está sujeto a la transformación, y es un fenómeno (surge y se desvanece). Lo que es agradable para el cuerpo es deseado, y se denomina bien. Lo que es detrimental para el cuerpo es despreciado, y se denomina mal. Esta relación afecta a la persona inmediata, pero puede proyectarse a otras formas de identificación corporal extendidas: familia, estado, medio ambiente, etc.
En el sueño del Atman surge la dualidad. Empero, esta es como un reflejo en el agua: carece de sustancia propia, solo es superficial. Lo dual es tan solo una apariencia. Para el cuerpo esta apariencia es real; a pesar que la apariencia y el cuerpo son emanaciones del Brahman no-dual. Persona significa mascara, y la vida es una gran obra de teatro. Nadie es la persona, solo el Purusha es Él mismo. De su sacrificio surgen infinidades de personajes, todos ellos entran y salen de escena. Lo fingido es la dualidad, pues detrás del escenario el Atman es libre de su personaje, y es no-dual. Pero no hay nadie que pueda ver tan allá. La mascara obstruye la visión.
El bien y el mal solo existen en lo dual. El mundo aparentemente dual se compone de fluctuaciones. Esta fluctuación se llama Sukha-Duhkha. Sukha es el placer, de ella se infiere el bien. Duhkha es el dolor, de ella se infiere el mal. Algunas personas procuran el placer generalizado, y son campeonas del bien. Otras se consumen en el dolor, y se creen dominadas por el mal. Pero esta situación nunca es permanente. El cuerpo que está sujeto a la fluctuación, y se decanta por uno u otro extremo, siempre es destruido. Nadie puede estar absorto en el dolor y por defecto el mal eternamente, así como nadie puede buscar el bien imperfecto por completo. De tal manera, el Señor no-dual nunca pierde: ni el bien le da lo que no tenía, ni el mal le quita lo que tiene. El Atman está más allá del bien y el mal.
Esto es lo que respecta a lo dual y lo no-dual. La realidad es un Bien Supremo sin antagonista. Pero hay que reflexionar aún más en porque el sueño de Maha-maya presenta la fluctuación. Así que pasemos al siguiente tema:
4. De la teoría Traiguna.

Las palabras bien y mal indican la presencia de un sistema de moralidad. La moralidad es un constructo social/cultural. Cada comunidad humana establece reglas y regulaciones para asegurar su persistencia y continuidad. Así pues, se juzga entre lo bueno y lo malo según las necesidades de la comunidad. Pero estas categorías no existen en la naturaleza, que es neutra, sino que surgen de la interpretación humana de aquel mundo neutro. No obstante, existen patrones en las regulaciones sociales que evidencian un marco muy abierto para definir lo que es bueno y malo. Este marco es el fenómeno de la mutabilidad de la naturaleza, es decir, el ciclo de la creación-disolución.
Los cuerpos humanos nacen y mueren, así también las sociedades. Igualmente ocurre con los animales. Los planetas y astros también son cuerpos (conjunciones atómicas), e incluso ellos llegan a ser y luego se destruyen. Shristi/Prakriti (la naturaleza) es lo que se crea y se destruye. La creación/conformación no es diferente de la destrucción/disolución: ambas son solo transformación. Nada surge ex-nihilo (de la nada), sino que consta de la congregación de elementos dispersos pre-existentes. La destrucción no indica la desaparición de la materia, es tan solo la disgregación de los elementos que conformaban un cuerpo. De estos elementos surge algo nuevo. La disolución lleva a la creación, y la creación a la disolución. Este es el ciclo universal que nunca cesa.
Los humanos tendemos a llamar los procesos constructivos como buenos, y a los destructivos como malos. Pero siempre hay excepción, y a veces, a la destrucción llamamos buena, y a la creación malvada. El nacimiento de una vida humana, su preservación, la creación de riqueza, la preservación de la sociedad, a todo esto llamamos bueno; y a lo contrario denominamos malo. Pero la aniquilación de aquellos que amenazan estos preceptos también es llamada buena, y la proliferación del peligro concebimos como mala. Por ende, toda sociedad premia y castiga. Y aunque la particularidad del premio/castigo es variable, su base yace en el ciclo de transformación (creación/destrucción).
De aquel ciclo, la filosofía hindú ha propuesto la teoría Traiguna (las tres cualidades de la materia). Estas tres cualidades corresponden a los tres momentos de la transformación: Rajas (creación), Sattva (preservación), y Tamas (destrucción).
Sattva es la cualidad más cercana a la Realidad no-dual, porque significa la preservación de las cosas en su estado optimo. La estabilidad social, ambiental y la integridad personal -buena salud, por ejemplo- son manifestaciones de Sattva. Como el Atman es por naturaleza inmutable, usualmente llama bueno a los estados regidos por Sattva, ya que es lo más parecido a su naturaleza, en un mundo cambiante. Sattva también implica armonía entre los cuerpos, el bien de unos no interfiere con el de los otros. El problema, sin embargo, es que Sattva no es permanente, sino que se alterna en constante desequilibrio con las otras dos cualidades. En general a Sattva se la llama: el bien.
Nada puede prevalecer si primero no ha sido creado, por eso no podemos separar a Sattva de Rajas, la cualidad generativa. Como creación, Rajas toma lo disgregado y lo ordena. En Rajas se dan los cambios sociales, las evoluciones y revoluciones, la nueva vida, el incremento de riqueza, etc. Con todo, lo nuevo implica la re-configuración de lo viejo, lo ya existente. Por tanto, lo que es bien para unos puede ser el mal para otros. Por su momentum creativo Rajas puede resultar problemático. Esta cualidad es el ímpetu del cambio. De tal modo, a Rajas a veces se le llama como el bien, a veces como el mal, siendo ninguno, pues es tan solo una cuestión de perspectiva.
Aún así, no se puede crear sin materia que reformar, y sin oportunidad, ni espacio para lo nuevo. Por eso Sattva y Rajas dependen de Tamas. Esta es la cualidad de la disolución: el destino de todas las cosas. En Tamas las sociedades colapsan, el individuo enferma, y los cuerpos mueren. Por ello, Tamas es usualmente asociada con el mal, pero es completamente necesaria en ciclo natural de la transformación. La disolución asegura que haya fluidez en la naturaleza, espacio para lo nuevo, lo renovado; además de evitar el estancamiento de aquellos que viajan por Samsara. Para vivir, la vida depende de la vida, o mejor dicho, la vida se sustenta de la muerte. Este es el caso de los organismos heterotrofagos -los que no generamos nuestro propio alimento, o sea, todo lo que no sea una planta. E incluso las plantas pueden causar la muerte a otros en su beneficio, pues ellas también compiten. El mal de unos es el bien de otros.
Ni Sattva es perfecta, ni Rajas y Tamas son malas. La categoría de bien o mal se asignan a los efectos de las tres cualidades desde una perspectiva subjetiva. Pero objetivamente todas son necesarias, y por tanto buenas. Todo es Natural, no hay en realidad un mal. Todas las tres cualidades se intercalan por voluntad del Señor de las Gunas: El Brahman. El ser humano es controlado incesantemente por las tres cualidades, de ahí que experimenta la fluctuación Sukha-Duhkha (placer-dolor), según es influido por infinitas combinaciones de aquellas Gunas. Aunque es natural para el humano que estas cualidades estén en desequilibrio, o sea, se trata de una situación fatalista, no es natural para el Atman. Por eso el hombre virtuoso busca Sattva tanto como pueda -nunca lo logra completamente- hasta que es libertado de las ataduras de las Gunas, por Aquel que es está más allá de ellas. Él es el Uno, Único, cuya realidad no-dual es Vishuddha-Sattva (Virtud y Eternidad perfectas) o la No-transformación.
5. Del Mundo y el Creador, Preservador y Destructor.

El Señor es el Brahman, el domina las tres Gunas. Por consiguiente, Él es el creador, el preservador y el destructor. Las muchas formas concebibles del Supremo delatan su control sobre el ciclo de transformación. Discutamos un poco la simbología. La figura de la Trimurti ejemplifica directamente Su control: Como Brahma Él crea, como Vishnu Él preserva, y como Shiva Él destruye. Pero esta separación de roles no es tan sencilla. Todas las formas son Supremas, en todas Él crea, preserva y destruye.
Como Vishnu Él protege al mundo de las fuerzas destructivas, pues el universo nunca se contrae en sí antes de su debido tiempo. Pero cuando este tiempo llega, Vishnu es Ananta-Shesha (la Serpiente Infinita); Él mismo destruye el mundo con el fuego del tiempo, que surge por sus mil bocas. Y Él también lo crea, pues entra en el sueño (Yoga-nidra) y se genera a si mismo en su ombligo, surgiendo del Loto, con el nombre de Brahma.
Como Brahma Él crea todo el universo, y es el Abuelo de todas las criaturas, pues descienden de Él a través de los Progenitores (Prajapatis), nacidos de su mente. Como Hiranyagarbha es el máximo representante de la generación: un embrión en su vientre. Como el Abuelo Él preserva el universo como su maxima autoridad. Como Svayambhu (el que se genera a sí mismo) Él es Vishnu. Y naciendo de su propia ira y frente, Él es Rudra, el destructor.
Como Shankara, Shiva es amable y amoroso, nutriendo a todo el universo. Como Maha-kala/Kala-bhairava Él es el fuego del tiempo y cumple su papel destructor. Pero como Sada-shiva Él es el ancestro creador de si mismo (Vishnu).
La Naturaleza, siendo parte del Brahman, es la madre, pero también el tiempo devorador. Como Shri ella es Jagadamba (Madre del universo), pero como Kali ella representa la destrucción en su maxima forma, y aún así sigue siendo la Madre.
El mundo es Shri. El mundo es Kali. El mundo es Brahma-Vishnu-Shiva. El mundo mismo genera a todos los seres, y el mismo devora a sus hijos. El mundo es el escenario del Lila divino. Y aunque en el mundo hay creación-destrucción, placer y sufrimiento, el bien de todos y el mal de todos, el mundo no es por ello malo. El mundo sigue su naturaleza, y esta es buena. El mundo nunca es malo. El mundo es bueno.
El mal del mundo es no conocer que él es bueno. Por eso el mal solo existe en la mente del Sharirin (el encarnado). El estar encarnado -en un cuerpo mortal- significa que se está cubierto por ignorancia; con todo, el cuerpo no es malo, él también es bueno. El error es identificarse plenamente como el cuerpo; solo en esta falsa identificación se incurre en el mal. Creerse diferente de todo lo demás lleva a la violencia y al sufrimiento, tanto el inevitable como el innecesario. Llegar a saber que sé es uno con todos los seres, con el mundo y con Dios -Brahman- es llegar a estar más allá del bien y el mal. Sin embargo, tal iluminación es un camino arduo, que no se obtiene solo por la formulación del mismo, al contrario, hay que hacerse uno con ese conocimiento, ese es el camino del sabio, y su lucha consigo mismo.
Es la mortalidad del cuerpo lo que lleva a creer que hay un mal, y por eso debemos pasar a la siguiente reflexión:
6. Del bien y el mal del hombre.

Es la mortalidad quien impulsa a la acción, pues la acción corresponde a la necesidad, y esta última solo existe en el ser mortal. Si fuéramos un ser inmortal no tendríamos que comer, ni trabajar, ni descansar, ni reproducirnos. Pero el cuerpo, que es mortal, necesita sustento, abrigo, diversión y está repleto de deseos. El cuerpo es la condición del deseo. Sin deseo ningún ser mortal permanecería, por lo que el deseo es necesario para que fluya el Lila divino que es este mundo. Por voluntad del Único los seres mortales deben actuar. De tal manera la acción es impuesta a la Jiva por el cuerpo, y en últimas es inacción -pues no surge en el Atman espontáneamente.
La acción de un cuerpo está mediada por las tres cualidades arriba mencionadas. Cuando la acción es Sattvika, se produce placer. Cuando la acción es Rajasika surgen por igual placer y dolor. Cuando la acción es Tamasika resulta el dolor. El dolor siempre proviene de la violencia. La violencia es la preservación/creación de un cuerpo en detrimento/destrucción de otro. Los cuerpos de los mortales son por naturaleza violentos, ya sea porque deben subsistir de otro o porque compiten con otros. Pero este destino es condicionado. Un cuerpo no violento no subsiste en la naturaleza. Es el cuerpo quien enemista a los seres vivientes, tal cosa no existe en el Atman.
El ser humano, sin embargo, es el único capaz de reflexionar en la naturaleza, y puede decidir hasta que punto estar inmerso en la violencia. Hay violencia accidental, hay violencia necesaria, y violencia innecesaria. Solo es necesaria según determina la biología del organismo, en especial la alimentación; todos los seres vivos, menos el ser humano, actúan según la violencia necesaria. Solo un cuerpo dotado de razón incurre en violencia innecesaria, si bien esta tiene su raíz en la necesaria. La violencia es un instinto bajo, la razón la puede domar -y la debe domar. El único mal es la violencia.
El único bien es la no violencia, la inacción - que es la verdadera acción. Esto no implica el abandono del deber, pero si el control sobre el deseo y el deber. Cuando una persona está cautivada por el deseo/necesidad y busca satisfacción, sin conocimiento, causa más dolor de lo natural, es violenta y está inmersa en el mal. Este mal es ignorancia. Ni el mal, ni la ignorancia tienen sustancia ni esencia propia, simplemente son la ausencia del conocimiento, ellos no tienen finalidad propia ni agenda, simplemente son carencia, vacío e ilusión. La ilusión engendra la violencia y el dolor, pero como el padre así es el hijo: ilusorio. Y tal cual como el iluso es violento, también solo el iluso sufre. En el conocimiento ni hay violencia, ni sufrimiento.
La violencia, incluso la necesaria, puede reducirse: unos dejan de satisfacer la necesidad propia y buscan satisfacer la ajena, otros sacrifican su propio cuerpo en pos de la paz. Este es el sacrificio: la paz santifica y la abnegación libera. Esto es ideal, pero es muy difícil para el cuerpo; no obstante, quien lo logra jamás regresa a este mundo de imperfección. La alimentación es la violencia más inmediata, y aunque no puede evitarse del todo, sí puede mitigarse. Siendo así el vegetarianismo es una de las más altas virtudes -como quisiera yo alcanzarla, aún tengo mi lucha interna por lograrlo. También debo aclararlo: el vegetarianismo sin la no-violencia tan solo es una dieta.
‘’Ahimsa Paramo Dharma‘’
(La no-violencia es la religión más elevada).
Este aforismo es absoluto, nada más puede decirse.
El mal por lo tanto es una categoría secundaria: el hombre puede vencerlo o rendirse a él, pero su dominio jamás es infinito. Solo el bien existe realmente, esto porque el Atman es bueno, el Señor es bueno y lo real es bueno ¡Ve más allá de la ilusión y estarás más allá del mal, e incluso si el cuerpo sufre el Yo jamás sufrirá!
7. Del Karma y Samsara.

La palabra Karma significa acción. La ley del Karma implica que toda acción tiene una consecuencia igual y directa. Es el Karma quien sujeta a la Jiva a Samsara. Con cada nacimiento la Jiva queda en blanco, limpia y nueva. Empero la condición de su nacimiento es la que la encamina en el Karma que hasta aquél entonces había cultivado. Y sí, la metafora del cultivo es extremadamente precisa con respecto al Karma: un semilla de frijol nunca será una de fresa. O sea, nadie puede obtener lo que no cultiva, y como todos buscan el placer, nadie lo obtendrá si no se lo ha ganado.
A la regulación social que provee bienestar a todos se le denomina Dharma. Cada entidad tiene un Svadharma o deber que cumplir. Seguir los preceptos del Dharma conlleva al Karma (acción positiva), y este lleva al bien/placer. La transgresión al Dharma produce el Vikarma (la acción negativa), y la recompensa es desagradable. Comúnmente al Vikarma se le llama Papam (pecado), y este termino es muy problemático, porque indica mediación humana. Cada quien juzga que es Papam y que no, pero solo la ley universal-impersonal juzga que es Karma y Vikarma. La violencia en cualquier forma es Vikarma.
Hablemos, entonces, sobre los frutos del Karma/Vikarma. Con toda seguridad puedo afirmar que el fruto de Karma es Sukha, pero no Moksha, pues nadie se libera por el placer en sí mismo, en este caso la Jiva solo disfruta, pero dominada por Samsara. Con igual convicción afirmo que el fruto de Vikarma es Duhkha. Sin embargo, procedo a una especulación cosmologica con respecto a los destinos de Karma/Vikarma en Samsara.
Se supone que el destino de los violentos es Naraka (el lugar de tormento), algo así como un infierno. Si este lugar existe o no, es algo que no afirmaré. Pero sí diré que no es como lo proponen los Puranas. En estos textos Naraka es descrito muy gráficamente como un lugar donde se aplican torturas físicas a los condenados. Esta idea es ridícula y es un intento de prevenir Papam por medio del miedo. El Atman que abandona el cuerpo es, obviamente, incorpóreo, por ello no hay forma de lastimarlo, torturarlo o aprisionarlo. El Vikarma y su dolor se manifiestan solo en la próxima vida, cuando si hay cuerpo que sufra.
Un concepto que sí acepto, aunque no puedo decir mucho de él con seguridad, es el de Svarga-Martya-Patala (Trailokya). Martya es el plano de la acción, mientras que Svarga-Patala son planos del fruto. Comenzemos por los Patalas, o mundo inferiores, que debo aclarar NO son infernales, ni sinónimos del Naraka. Son lugares donde se obtienen nacimientos para aquellos que están dominados por el deseo, y por ende la violencia. Si son opulentos u oscuro, tal como los Puranas los describen, no hay como afirmarlo racionalmente, pues mucho de los Puranas es superstición.
Svarga, similarmente, es difícil de definir. Según los Puranas son efímeros lugares de recompensa y placer para las almas magnánimas, pero no liberadas. Para los Vedas -de mayor autoridad- son los mundos de las almas liberadas y los Dioses. En caso de cualquier duda y contradicción en la escritura, son los Vedas (con todas sus cuatro partes: samhita-brahmana-aranyaka-upanishad) quienes tienen la razón. Los Puranas son maravillosos, pero no son védicos. Con todo, puede que si podamos definir un lugar separado entre los frutos temporales del Karma, y los eternos de Moksha. Es decir, pueden haber lugares de seres celestiales, pero inferiores al mundo de los Dioses, el lugar donde habita Aquél que es todos los Dioses: Brahman.
8. Sé la serpiente.

En conclusión, solo en la ilusión se puede concebir el mal, pero este es un concepto vacío, sin sustancia propia. Todo lo existente se produce del Bien Supremo, porque Dios sí es en verdad el Omnibenevolente. Solo aquel cegado por la ilusión, y que cree que sufre, puede engañarse al pensar que entre tanto bien puede haber un mal real. Esto, sin embargo, es difícil de comprender porque contrasta dos mentalidades: una es dual e ilusoria, y la otra real y no-dual. De tal modo, esto no puede entenderse mediante la mente sola, pues el conocimiento puro es producto del misticismo: una forma de conciencia supra-racional. Así pues, siendo uno con Dios no hay lugar para el mal, por lo tanto, no temas a la Serpiente, sino ¡sé la Serpiente!
Aum Sahasra Sirshaaya Vidmahe
Vishnu Thalpaya Dhimahi
Tanno Sesha Pracodayat.
Nama Om Ananta-Shesha.
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