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Sobre Cristo y Brahman: de Hinduismo y Cristianismo.

  • Foto del escritor: Narayana Putra
    Narayana Putra
  • 4 sept 2024
  • 76 Min. de lectura

1.      Bharat e India.


-‘’Ko bharam iti tam praaha su hovacha mudanvitah iishaa putram maam viddhi kumaarigarbha sambhavam.’’-


‘’El rey preguntó - ¿quién eres, Señor? – Debes saber que yo soy Isha-putra (el Hijo de Dios) -Él respondió alegremente- y soy nacido de una virgen.’’


Bhavishya Purana 3.19.23


La anterior cita proviene del Bhavishya Purana, un texto único entre el género puránico, siendo que un Purana implica ‘’relación de lo antiguo’’ y Bhavishya significa ‘’futuro’’.  O sea, he citado el ‘’Purana del futuro’’ o ‘’de la profecía’’. Cuando la mayoría de los Puranas terminan en la parte temprana de la era de Kali, el Bhavihsya predice lo que ha de ocurrir desde Kali y en adelante. Aunque la tradición trate al Bhavishya como un libro profético, en realidad se trata de un libro histórico, que ajusta a la estancada tradición con el devenir del subcontinente, pasado el tiempo de los Guptas (siglo IV -VI d.C) -tiempo al cual no trasciende la narrativa de la mayoría de Puranas. De modo que, este texto es el único en discutir eventos relativamente recientes, como las invasiones musulmanas y el advenimiento del cristianismo a la India.


Las profecías del Bhavishya no son antiguas, en realidad representan el material puránico más reciente -al menos entre los Mahapuranas.  No hay modo de saber el futuro, no hay Mantra ni Siddha que permita hacerlo. Entonces dichas profecías fueron adicionadas al Bhavishya tardíamente, tomando hechos ya ocurridos para luego presentarlos como adivinación antigua. Así pues, se habla de Mahoma y de Jesús no antes de ellos, sino después de que sus religiones se introdujeran en el subcontinente. El Bhavishya es una combinación de temas modernos y arcaicos. No obstante, su importancia es grande: representa la reflexión nativa frente a elementos foráneos.


En aquel texto Jesús de Nazareth es Isha-putra, que literalmente traduce ‘’Hijo de Dios’’; allí se dice que es él el sabio que revela la religión a los Mlecchas (barbaros). Con religión se refiere a Dharma, y aunque el término se utilice de manera estricta a las religiones nacidas en el subcontinente, no hay razón para no aplicarla -en un sentido liberal- a los ‘’caminos’’ de otras partes del mundo. Después de todo el hinduismo ve al cristianismo como el ‘’Dharma de los Europeos’’. Tanto así, que el primero no niega ni se siente incompatible con el segundo, a pesar de que dicha relación no sea reciproca.


Para algunos Sanatanis progresistas, la figura de Jesús ha llegado a ser la del Avatara de occidente, ya sea como Amsha (porción) o como Putra (Hijo) y Shakti-avesha (empoderado) del y por el Divino. Claro que el único texto sagrado hindú en hablar de Jesús es el Bhavishya-purana, pero no toda creencia hindú está sancionada por un texto canónico, comenzando porque tal Cannon no existe. Sí es cierto que la revelación Védica goza de prominencia, pero ninguna tradición moderna es 100% Vaidika, pues acepta Purana, Smriti, Agama, Tantra, Pañcharatra, Sutra, Gita, y una infinidad más de textos secundarios sin reconocimiento universal


Abro esta discusión sobre Jesús de Nazareth en el Shastra, porque deseo continuar con una serie de ensayos comparativos que inauguré con mi escrito ‘’Sobre Brahman y Allah: de Hinduismo e Islam’’ el cual puede leerse aquí: https://john23brodriguez.wixsite.com/website/post/sobre-brahman-y-allah-de-hinduismo-e-islam 


Así como en el caso anterior, trataré el asunto, en primer lugar, desde el aspecto geográfico. El cristianismo comenzó como una secta de una religión oriental -el judaísmo del segundo templo- pero fue en Europa donde realmente triunfó y desde donde se extendió a todos los rincones del mundo. Pues, en efecto, esta es la religión con mayor número de seguidores en todo el globo. Fueron los europeos mismos en fragmentar el mundo en dos porciones: aquella occidental y propia, y aquella oriental y exótica.

 

Para el europeo, la India y sus religiones estaban más allá del Sindhu, de donde la nación prende el nombre. El río Sindhu es el Indo, que nace en Tíbet, pasa brevemente por India y transcurre la totalidad de Pakistán, hasta llegar al mar. Fueron los griegos quienes popularizaron el nombre Hindia (India), palabra que tomaron prestada de los pueblos Iranios. Antes de la llegada de las huestes helénicas (Yavanas) de Alejandro Magno, los europeos solo habían escuchado del lugar por medio de leyendas. Pues fue hasta este confín del mundo que héroes como Heracles y Dyonisos fueron a realizar algunas de sus grandes hazañas. Era la India entonces una tierra de mitos.


Los griegos conquistaron parte del territorio hindú, pero fueron los Dharmas de la India quienes conquistaron a los griegos. Por ejemplo, el rey de los Yavana, Milinda (Menandro I del reino Indo-griego), es famoso por su conversión al budismo. Miles de años después, otros pueblos europeos llegaron con ansias de conquista a la India, esta vez por vía marítima, entre los que se cuenta a portugueses, holandeses y sobre todo británicos. Esta vez, no obstante, el Dharma no conquistó a los invasores, pues ellos traían bien arraigada su propia religión (cristianismo).


Los británicos gobernaron primero en nombre de una compañía comercial: The East India Company. Tras la Rebelión de los Sepoys en 1957-58, la corona británica tomó control formal del subcontinente; ellos llamaron a estas colonias con el apelativo: British Raj (el dominio de los británicos), pero más comúnmente le dieron la designación heredada de la antigüedad: India.


Para los pueblos nativos, el país ha tenido varios nombres, tal como Aryavarta (el país de los Arios) y Bharatavarsha (el país de la tribu de los Bharatas). Pero antes del dominio británico no hubo una identidad nacional solida en el subcontinente. Solo tras una larga lucha política fue que nació el estado soberano que hoy conocemos como Bharat (India). Bharat es la cuna del hinduismo, del jainismo, del budismo y del sijismo; pero jamás ha sido la tierra de una sola religión. El hinduismo, la fe mayoritaria, en sí ni siquiera es una única religión, sino una amalgama. Adicionalmente, mucho antes de la llegada de los barcos europeos ya había en Bharat cristianos -en la costa de Malabar. Allí también germinó el islam, y allí también se refugiaron Parsis (zoroastristas) y judíos. Bharat es la tierra del Dharma, y deja florecer en su tierra a todos los Dharmas del mundo.


Un caso ejemplar de la apertura de estas tierras a todo Dharma, es aquel del sabio Ramakrishna Paramahamsa, quien, aunque nunca abandonó el hinduismo, experimentó con el cristianismo y concluyó en la santidad de ambos caminos. A continuación, narro una de sus experiencias al meditar en Jesús de Nazareth:


Al fin, cuando el tercer día estaba a punto de acabar, el Maestro [Ramakrishna] vio, mientras caminaba bajo los panchavati (una arboleda con 5 árboles sagrados), que un maravilloso Hombre-divino de complexión clara venía hacia él, mirándolo detenidamente.


Tan pronto como el maestro vio a aquella persona, él supo que era un extranjero. Él vio que sus ojos largos creaban una asombrosa belleza en su cara, y la punta de su nariz, aunque un poco plana, no afectaba su belleza. El Maestro estaba encantado de ver la extraordinaria expresión divina de aquel bello rostro, y se preguntaba quién era.


Muy pronto la persona se acercó a él y desde el fondo del puro corazón del maestro llegaron sonoramente las palabras ‘’ ¡Jesús! Jesús el Cristo, el gran Yogui, el amoroso Hijo de Dios, Uno con el Padre, quien dio la sangre de su corazón y soportó tortura infinita para salvar a los hombres del dolor y la miseria’’.


Jesús, el Hombre-divino, abrazó al Maestro y se fundió en su cuerpo, y el Maestro entró en éxtasis (Bhav Samadhi), perdió la conciencia normal y se mantuvo identificado por un tiempo con el Brahman Omnipresente (Dios, el Océano de la Conciencia) con atributos.  – (Svami Saradananda (1952), pág. 416.)



Jesús de Nazareth tiene bien merecido el título de Maestro, y para nosotros los Sanatanis, él se cuenta como un igual entre nuestros propios Maestros. Por lo tanto, para comenzar la comparación entre las dos religiones en cuestión, procedo a contar un breve resumen de la historia del cristianismo y su interacción con el hinduismo. Para leer el resumen de la historia del hinduismo, remito al lector al link del primer ensayo (aquel de hinduismo e islam).


2.      Desde el lago en Galilea.


2.1 La tierra de Canaán.


En la historia del cristianismo es imposible no hablar del judaísmo, ya que antes de diferenciarse por completo, el cristianismo fue una pequeña secta judía. La región que vio nacer el judaísmo -y mucho después el cristianismo- se conoce como el Levante Mediterráneo, que hoy se compone de los países de Palestina, Israel, Líbano y Siria. Se trata de una región costera y fértil, que sirve como vía de comunicación entre Asia y África. Fue en el Levante donde los seres humanos comenzaron el proceso de sedentarización, tanto así que la ciudad más antigua del mundo, Jericó, se encuentra allí. Distintos grupos humanos habitaron la región durante el mesolítico y neolítico, incluyendo a los famosos Natufienses, pero no fue sino hasta la edad del bronce que se puede reconocer a los pobladores como hablantes de lenguas semíticas.


Lo semitas desarrollaron varias ciudades-estado a lo largo de la costa levantina y en las franjas fértiles del interior, especialmente en el sur. Algunos, en cambio, vivían en comunidades pastoriles seminómadas.  El endónimo de estos pueblos -asentados o itinerantes- era el de cananeos, por ello, la región pasó a llamarse Canaán. Los principales centros urbanos de la época incluyen a Ugarit, Qadesh, Megido, Gebel (Biblos), Arwad y Salem. Las ciudades cananeas eran parte clave de las redes de comercio de la edad del bronce, por lo que eran sumamente ricas; pero la riqueza y su posición geográfica privilegiada les trajo también peligros. Los grandes imperios de la antigüedad, entre ellos hititas, mitánios y egipcios, se disputaron la soberanía sobre las ciudades cananeas, a las cuales cargaron con tributos. Un episodio especialmente sangriento, que repercutirá incluso hasta el pensamiento cristiano, fue la gran batalla de Megido, en la cual los cananeos fueron terriblemente derrotados por el faraón egipcio Tutmosis III. De Megido proviene el término apocalíptico Armaggedon (Har-Meggido: la montaña de Megido), el lugar donde se supone ocurrirá la batalla del fin de los días, en semejanza a la antigua conflagración.


¿Cómo es que un término cananeo llegó a ser un elemento fundamental del cristianismo? La respuesta es que la tradición abrahámica -que incluye al judaísmo y al cristianismo- surgió en el seno de comunidades cananeas. En otras palabras, los hebreos/israelitas -entre ellos lo judíos- son descendientes de aquellos cananeos. En torno al siglo XII a.C. las civilizaciones de próximo oriente colapsaron, y muchas ciudades cananeas fueron destruidas o abandonadas. Entrada la edad de hierro, los cananeos se habían diversificado en varios pueblos: fenicios -que continuaron llamándose a sí mismos cananeos- israelitas, moabitas, edomitas, amonitas y otros. Los fenicios se dedicaron a comerciar desde las ciudades de Gebel-Biblos, Sidon, Akko, Tiro, Beirut y demás, pero ellos no son relevantes en esta historia. Lo son los cananeos pastoralistas y seminómadas del sur quien llegaron a conformarse en una laxa confederación: las tribus de Israel.


La historia bíblica contrasta del todo con esta narrativa, pues hace de los Israelitas enemigos de los cananeos y no sus descendientes. Pero la continuidad cultural entre cananeos e israelitas, en términos materiales, lingüísticos y hasta religiosos son innegables.  De acuerdo a la Biblia, el primer ancestro, o patriarca, de Israel fue Abraham, quien pactó un convenio con Dios: Él garantizaba la heredad de Canaán al patriarca y su descendencia, a cambio de que ellos obedecieran su palabra y le adorasen solo a Él. De este convenio surgió la idea del pueblo escogido. Sin embargo, no hay rastro alguno de Abraham como individuo histórico. Tampoco hay evidencia arqueológica para la segunda gran narrativa de etnogénesis judía: el ciclo de Moisés.


Dice el Genesis que el nieto de Abraham, Israel (Jacob), migró con su familia a Egipto.  Allí la descendencia de sus doce hijos aumentó lo suficiente como para hacer que el faraón -la Biblia nunca nos da su nombre- se sintiera amenazado por sus grandes números. Entonces, faraón decidió esclavizarlos. Para librar a su pueblo escogido, Dios alzó un nuevo profeta de nombre Moisés. El profeta reclamó la libertad de los israelitas ante el nuevo faraón, pero este se negó. Fue así que Dios azotó Egipto con 10 temibles plagas, hasta que el faraón aceptó dejarlos en libertad. Tras 40 años en el desierto, durante los cuales Elohim/YHWH (Dios) formalizó su convenio y les otorgó la ley, los israelitas finalmente retornaron a Canaán. El problema fue, entonces, que la tierra estaba habitada -por cananeos- y fue necesario conquistarla a fuego y sangre. Luego de aniquilar a sus habitantes, las 12 tribus se repartieron el territorio. El problema es que ni la historia ni la arqueología han logrado probar esta historia (el Éxodo).  No hay rastros de una gran migración desde Egipto ni de un genocidio total en Canaán. Más bien, la evidencia apunta a relativa continuidad cultural y a un periodo gradual de reurbanización.


El Dios de Israel y algunos de los dioses cananeos no son diferentes. El/Elohim es el nombre del Dios principal del panteón cananeo. El y su esposa, Asherah, engendraron a los dioses -entre ellos Baal Hadad- y al mundo. Aún hoy, hay restos de los altares israelitas dedicados a ambas divinidades. Esto quiere decir que como la religión cananea era politeísta, en un inicio la religión de los israelitas también lo fue. Prueba de ello es que el animal sagrado de El era el toro, animal cuya efigie, nos dice la Biblia, fue idolatrada paralelo a la teofanía del Monte Horeb (¿Sinaí?) [el famoso Becerro de oro, que también podría ser Baal], y adorado igualmente en la ciudad sagrada de Bet-el (la casa de Dios). Empero, los israelitas poseían una particularidad: ellos identificaron al Dios tutelar étnico, YHWH, con el Dios principal (El). YHWH fue originalmente un Dios guerrero, de las tormentas, de las montañas y del desierto.

Todo parece indicar que la identidad israelita se formó paulatinamente y de manera local en Canaán, a fines de la edad del bronce e inicios de la del hierro. La palabra Israel significa ‘’Dios persevera’’ o mejor aún ‘’El/Elohim persevera’’. El Genesis explica el origen del nombre en el siguiente versículo:


‘’Entonces dijo: No se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel; pues como príncipe luchaste con Dios y con los hombres, y prevaleciste.’’


Genesis 32.28.


Como confederación, Israel se componía de 12 tribus, aunque hay una más y el número real es 13. Las tribus fueron llamadas por sus hipotéticos patriarcas: Efraín, Manasés, Judá, Isacar, Simeón, Rubén, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Zabulón y Benjamín. La treceava es la tribu de Leví, que no poseía tierras porque su heredad era el sacerdocio. Por otro lado, Efraín y Manasés eran ambos descendientes de José, a quien le fue dada doble herencia. Los judíos actuales provienen principalmente de las tribus de Judá y Benjamín, pero hay entre ellos ascendencia de las otras también.


En torno al siglo X a.C. las 12 tribus se consolidaron en dos estados: Israel al norte y Judá al sur. Dice la Biblia que antes de los dos reinos hubo reino unido -cuyos reyes fueron Saul, David y Salomón- pero la existencia de dicho estado es incierta.


En el reino de Israel vivían 10 de las doce tribus. Su capital fue Siquem, luego Tirza y finalmente Samaria. Fueron varias las dinastías reinantes, entre sus reyes destacan Jeroboam -el fundador-, Omri, Acab, Jehu, Jeroboam II y Oseas -el último.  El reino de Israel fue siempre más poderoso que el de Judá, y su religión era un tanto diferente, pues el politeísmo heredado de los cananeos convivió con el incipiente culto a YHWH. Los principales lugares de adoración en el norte fueron Bet-el y el monte Gerizim en Siquem. El reino desapareció en el año 720 a.C. cuando fue arrasado por los Asirios y su población dispersada, aunque hubo porciones de las 10 tribus del norte que migraron a Judá.


En el reino de Judá había solo dos tribus: Judá y Benjamín. Su capital fue la famosísima Jerusalén.  En uno de los montes de la capital, el Monte Sion, se erigió el Primer Templo, llamado también Templo de Salomón. El templo de Jerusalén fue el epicentro del culto henoteísta de YHWH, aunque durante mucho tiempo compitió con el politeísmo en las provincias. Sus reyes pertenecieron todos a una misma dinastía, descendientes de David y Salomón. Sus más grandes gobernantes fueron Ezequías y Josías. Fue Josías quien dio los pasos decisivos hacia el monoteísmo. Él prohibió el culto a los demás dioses y clausuró sus altares, que la Biblia llama los Lugares Altos. Fue durante su reinado que se empezaron a compilar los primeros libros que ahora conforman la Biblia.   


Con todo, el reino tuvo su fin en el año 587 a.C. cuando el imperio Neo-babilónico asedió y destruyó Jerusalén y al Primer Templo. La elite de Judá fue deportada a Babilonia, periodo al que los judíos llaman el Cautiverio. Poco después el rey persa Ciro II conquistó Babilonia y permitió a los exiliados judíos volver a su tierra natal. El exilio duró cerca de 60 años y fue fundamental en el desarrollo del judaísmo por dos motivos:


1. Los judíos culparon de la calamidad nacional a su falta de fidelidad al Dios nacional: YHWH/Elohim. Ello provocó que el monoteísmo se consolidara definitivamente.

 

2. El judaísmo fue ampliamente influenciado por otras tradiciones, en especial el zoroastrismo, religión que practicaban los persas. Por ejemplo, la idea de un adversario permanente de Dios – Satanás- puede que tenga sus orígenes en el dualismo moral de los zoroastristas y en la figura de Angra Mainyu. Otro préstamo serían las ideas de Paraíso, palabra tomada del persa antiguo, y de la resurrección.      


Al conjunto de estos desarrollos religiosos se le llama Judaísmo del Segundo templo. Es segundo porque fue en época post-exilio que Jerusalén y el templo fueron reconstruidos. Esta etapa -del segundo templo- es crucial, pues es aquí donde el judaísmo formó sus rasgos más característicos. Fue durante este periodo que se concibió la idea del Mesías, un salvador para el pueblo judío. Si dicho Mesías sería un líder secular o un redentor espiritual es cuestión de debate entre judíos y cristianos.


Por aquel entonces, los persas se mostraron muy tolerantes con la religión judía, hasta que su imperio colapsó ante las falanges de Alejandro Magno. Entonces, Judea pasó a manos griegas, siendo integrada en los dominios de uno de los sucesores de Alejandro: Seleuco I Nicátor, fundador del imperio seléucida. El paganismo griego entró en conflicto con el monoteísmo judío durante el reinado del rey seléucida Antioco IV Epiphanes. Ello conllevó a la rebelión de los Macabeos, quienes expulsaron a los gobernantes extranjeros y fundaron la dinastía Asmonea, de origen judío, en 134 a.C.


Finalmente, el reino Asmoneo fue conquistado por la republica romana en el 63 a.C. por mano del general Pompeyo Magno. El estado judío paso a ser un reino cliente de la república, y en 37 a.C. la corona de Judea pasó al rey Herodes, por mano romana.


Esta era la situación política en que nació Jesús de Nazareth, pero es necesario hablar también de la situación religiosa de la época. El judaísmo ya era completamente maduro desde hacía unos cuantos siglos. Y en los últimos años antes de Cristo existían varias sectas: los saduceos, que conformaban la elite sacerdotal; los fariseos, de cuya secta se desarrolló el judaísmo rabínico; los esenios, un grupo austero, místico y apocalíptico que vivía retirado en el desierto; y los zelotes, fanáticos nacionalistas que buscaban librarse del yugo romano.


2.2 Jesús de Nazareth.

La gran personalidad de está narración partió la historia en dos, literalmente. Se trata de Jesucristo, el Maestro, el hijo de María y José. Su nombre en hebreo era Yeshua ben Yeshua, o sea, era el mismo que el de su padre, aunque en español se distinga entre Jesús y José. Los evangelios nos indican que nació en Belén y la tradición sitúa su natalicio en el año 1 de esta era. Pero los académicos creen que en realidad nació en el año 4 a.C., ya que las fuentes señalan que nació durante el reinado de Herodes el Grande, el cual murió en dicha fecha. También se duda de su nacimiento en Belén dado que Judea era un estado cliente de Roma, y no parte integral del imperio, por lo que la historia del censo ordenado por Cesar Augusto no habría afectado la región; es más, solo se tiene constancia de aquel censo en otra parte del imperio: la provincia de Siria. Por dicha razón José y su familia no habrían tenido necesidad de viajar a Belén, y sabemos que los censos romanos no requerían que los censados viajasen a la tierra de sus ancestros. Empero, los evangelistas situaron su nacimiento en Belén y no Nazareth, donde probablemente nació, porque era allí donde habría de nacer el Mesías, según la profecía.


Mar de Galilea.


Otra probabilidad histórica, que muchas vertientes cristianas rechazan, es que Jesús no fue hijo único de María, pues sabemos que Jesucristo tuvo al menos cuatro hermanos: Santiago, José, Judas y Simón (Marcos 6.3). Entre los hermanos, Santiago destacó como líder de las primeras comunidades cristianas tras la muerte del Maestro; además, a él se adjudica la autoría de la Epístola de Santiago, uno de los libros constituyentes del Nuevo Testamento. Las denominaciones católicas/ortodoxas -romana, griega, armenia, copta, etc.- sostienen la virginidad absoluta de María a lo largo de toda su vida, pero como las escrituras nunca hablan de una esposa secundaria o un matrimonio anterior de José, ha de suponerse que los 5 hijos eran retoños de la pareja (María y José).


Del Jesucristo histórico se sabe poco, solamente conocemos que empezó a predicar a fines del reinado del emperador Tiberio y que fue ejecutado por orden del gobernador Poncio Pilato, tal como relata el historiador romano Tacito. Flavio Josefo, historiador judeo-romano del siglo I, también confirma la existencia de Jesús de Nazareth. Por lo tanto, casi todo lo que sabemos de su vida proviene de los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Con todo, los cuatro libros son hagiográficos, es decir, su preocupación no es describir un Jesús histórico, sino afirmar su divinidad y su mensaje. En consecuencia, mucho de lo que allí se narra solo puede ser aceptado por fe. La narrativa de los evangelios, con todo, no puede pasarse por alto, porque es vital para entender el cristianismo. Así pues, procedo a resumirla.


Mateo y Lucas proponen dos genealogías levemente distintas de Jesucristo. En ambas, él desciende del rey David. En la versión de Mateo (1.1-17), sus ancestros cuentan a casi todos los reyes del Reino de Judá, desde Salomón hasta Josías; luego del periodo del exilio se menciona a Zorobabel, quién guio a los judíos en su retorno a Jerusalén; y tras varias generaciones se llega hasta José. Lucas (3.23-38), en cambio, no menciona a ningún rey, aparte de David, sino que rastrea su linaje a través de una rama secundaria de la casa real; y aunque también llega a Zorobabel, de este último hasta José los nombres son distintos. Algunos eruditos bíblicos consideran que las dos versiones difieren entre sí porque se trata de la genealogía de José, por un lado, y la de María, por otro. Más allá de las inconsistencias, lo importante para los evangelistas era relacionar a Jesús con el rey David, entre cuya descendencia habría de nacer el Mesías.


La historia comienza con la anunciación, término usado para describir el momento en que un ángel -llamado Gabriel- anunció a María que concebiría milagrosamente a un hijo por parte de Dios. Lucas así lo relata:


Y, venido el ángel hasta ella, dijo: Salve, agraciada; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Y, viéndolo ella, se turbó mucho con su palabra, y consideraba que saludo sería este. Y le dijo, entonces, el ángel: María, no temas, porque hallaste gracia delante de Dios. En tu vientre concebirás y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Y este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y reinará eternamente en la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin. Y dijo María al ángel: ¿cómo se hará esto, visto que no conozco hombre alguno? Y, respondiendo el ángel, dijo: descenderá sobre ti el Espíritu Santo, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso también el Santo, que de ti ha de nacer, será llamado el Hijo de Dios.


Lucas 1.26-35.

De tal manera, Jesús fue concebido por el poder del Espíritu Santo de manera virginal. Un ángel, en sueños, le dijo a José que no despreciara a su esposa porque el hijo que ella llevaba no era de otro hombre, sino que había sido generado por obra de milagro. Luego el emperador romano declaró que, para censar al pueblo, cada quien debería viajar a la ciudad de sus padres. Siendo así, José y María viajaron de Nazareth, en Galilea, a Belén, la ciudad de David, en Judea. Cuando llegaron no encontraron lugar donde hospedarse, y María entró en dolores de parto. Finalmente, se alojaron en un establo y allí nació el bebé, el cual fue puesto en un pesebre. Según Lucas (2.8-20), los primeros en reconocer al Mesías fueron unos pastores que se hallaban cerca y fueron avisados por unos ángeles. Según Mateo (2.1-12), unos sabios de oriente fueron guiados por una estrella hacia el divino niño y le trajeron presentes dignos de un rey. Estos sabios son llamados magos, lo que indica que podrían proceder de Persia -en aquel entonces parte del Imperio Parto- pues la palabra Magi era el denominador de los sacerdotes iranios. Solo Mateo menciona que la sagrada familia tuvo que escapar a Egipto para evitar la ira del rey Herodes, quien deseaba matar al Rey recién nacido. Lucas, por otra parte, nos dice que el pequeño Jesús fue presentado en el Templo de Jerusalén ocho días después de nacido. Allí un anciano llamado Simeón, a quién Dios había prometido que vería el Mesías antes de morir, profetizó las grandes cosas que habrían de ocurrir con el niño. Pasado esto María, José y Jesús retornaron a Nazareth.


Los evangelistas poco dicen de la niñez y adolescencia de Jesús, excepto que en una ocasión (Lucas 2.41-52) él joven asombró a los sabios en el Templo con su conocimiento. La historia salta un par de décadas hasta el bautismo de Jesús por parte de Juan el Bautista, quien aparte de profeta era su primo.  Juan llamaba al pueblo al arrepentimiento y predicaba que la llegada del Mesías estaba ya ad portas. El profeta vivía en el desierto, pero bautizaba a muchos en las aguas del río Jordán -que fluye desde el Lago Tiberiades (Galilea) hasta el Mar Muerto. El Bautismo era un rito de purificación, cuyo objetivo era lavar los pecados del individuo; por ende, Juan se sintió descalificado para bautizar a Jesús, pues este era perfecto. No obstante, Jesús lo convenció de que era necesario. Tras el bautismo, el Espíritu Santo descendió del cielo en forma de paloma, y se posó sobre él.


Tiempo después, se sometió a un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, en preparación para su misión. Pasadas algunas pruebas, Jesús comenzó su ministerio a la edad de 30 años. Más adelante discutiremos sus enseñanzas, entre tanto, hay que hablar de tres asuntos importantes: su movimiento, sus parábolas y sus milagros.


Fueron solo 3 años de predica, sin embargo, el número de seguidores que amasó fue considerable. Ellos se llamaban a sí mismos discípulos, y a él llamaban, cariñosamente, Maestro (Rabbi). Según Marcos (1.14-20), sus primeros discípulos fueron unos pescadores procedentes de las orillas del lago de Galilea: Simón, Andrés, Santiago y Juan. Él los llamó con las siguientes palabras:


Venid a mí, y yo os haré pescadores de hombres.


Marcos 1.17.


De entre los miles de discípulos, sin contar a los mucho más que le tenían como profeta, Jesucristo escogió a los doce principales de ellos y los nombró Apóstoles -que significa enviados. Los cuatro pescadores hace poco mencionados se cuentan en el grupo. Los doce, entonces, fueron: Simón (Pedro) -el principal-, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomeo, Mateo, Tomás, Santiago (el menor), Simón (el zelote), Judas Tadeo y Judas Iscariote (Lucas 6.12-16). Aunque en los evangelios los doce siempre fueron guiados -e incluso reprendidos en ocasiones- por el Maestro, fue cuando este murió que ellos cargaron con la responsabilidad de pastorear el ‘rebaño’, y de llevar sus enseñanzas a todos los rincones del imperio romano y más allá. Su historia está registrada en el libro de Hechos de los Apóstoles, en el Nuevo Testamento.


Jesús poseía un característico estilo de enseñar, que llegaba a las masas, tanto a ricos como a pobres. A través de parábolas, historias analógicas que utilizaban elementos de la vida cotidiana, fue que su Evangelio llegó a los corazones de muchos. Evangelio significa en griego ‘las buenas nuevas’ -aunque sabemos que fue en Arameo que Jesús enseñó. Su mensaje fue uno de paz, servicio y caridad, de ‘’Amar a Dios sobre todas las cosas (…) y a tu prójimo como a ti mismo’’ (Mateo 22.34-39). Paralelamente a su mensaje de bondad, también enseñó la inminencia del reino de Dios, o sea, presentaba ideas apocalípticas, que eran populares en la época. Sabemos que los primeros cristianos no tenían el monopolio del apocalipticismo (relativo al fin del mundo [tal como se conoce]), pues la secta esenia también sostenía dichas ideas.


Las parábolas son lo más cercano que tenemos a las enseñanzas originales del Maestro -pues fueron puestas por escrito, por lo menos, 30 años después de su muerte. Aun así, ellas son lectura obligada para quien desea llegar a la esencia más pura del cristianismo. Como son tantas no las citaré en extenso, pero si las numero a continuación:


1.      El Sermón del Monte* (como tal no es parábola, pero es su sermón más importante).

2.      La cosecha y los segadores.

3.      La parábola del sembrador.

4.      La parábola de la paja.

5.      El tesoro escondido y la perla en la red.

6.      La parábola de los trabajadores en la viña.

7.      La parábola de los dos hijos.

8.      La parábola de las bodas.

9.      La parábola de las diez vírgenes.

10.  La parábola de los talentos.

11.  La parábola de la lámpara.

12.  La parábola del grano de mostaza.

13.  Los árboles y sus frutos.

14.  La parábola del buen samaritano.

15.  La parábola del hombre rico

16.  La parábola de la oveja descarriada y la dracma perdida.

17.  La parábola del hijo prodigo.

18.  La parábola del mayordomo infiel.

19.  La parábola de la viuda persistente.

20.  El buen pastor.


Los cuatro evangelios están repletos de milagros y maravillas hechas por Jesús, está se me hace es la parte más inverosímil y menos importante de cuanto hay en estos 4 libros. No obstante, es común encontrar este tipo de eventos en casi toda hagiografía, tal como ocurre con el Buddha Gautama, Moisés, Guru Nanak, Krishna, Caitanya y otros. Sus milagros más famosos incluyen convertir el agua en vino durante las bodas de Canaán, la multiplicación de los panes y los peces, caminar sobre el agua, revivir a la hija de Jairo, levantar a Lázaro de los muertos, calmar la tempestad en el lago de galilea y más, sin contar numerosas curaciones y exorcismos.


Su anunciación, su nacimiento y bautismo representan el inicio de su ministerio y prédica, pero estos llegan a su clímax en dos momentos aún no presentados: la transfiguración y la pasión. En la transfiguración, Jesús llevó aparte a sus tres discípulos más confidentes (Pedro, Santiago y Juan), y delante de ellos asumió una forma celestial, divina. Junto a él aparecieron los profetas Moisés y Elías, y la voz del Padre (Elohim) confirmó su progenitura:


‘’Y descendió una nube que los cubrió con su sombra, y salió de la nube una voz que decía: Este es Mi hijo amado, a él oíd.’’


                                                              Marcos 9.7     

  

La pasión es por todos conocida en el hemisferio occidental, así que la resumiré por ahora, ya que ciertos eventos de la pasión serán analizados más adelante. A la edad de 33 años, Jesús fue a celebrar la Pascua en Jerusalén con sus principales discípulos. Durante la festividad, llevó a los apóstoles a una cena especial (conocida como la Última Cena), en la que les repartió pan y vino, enseñándoles que así lo hicieran cuando él ya no estuviera; siendo el pan recordado como su carne y el vino como su sangre, los cuales habría de ofrendar dentro de poco en su sacrificio redentor. Luego se fue con ellos a orar en un jardín llamado Getsemaní. Allí aceptó ante el Padre ‘’la amarga copa’’, es decir, tomó los pecados del mundo sobre sí, para ser inmolado y pagar lo que los hombres no podían pagar por sí mismos.


Judas Iscariote, uno de los doce, lo traicionó en aquel momento y lo entregó a las autoridades judías, quienes se sentían amenazados por su mensaje. Sin embargo, estos últimos no poseían la autoridad para condenarle a muerte, por ello, fue llevado ante el gobernador romano: Poncio Pilato. El evangelista Juan relata el encuentro de la siguiente manera:


‘’Tornó pues a entrar Pilato en la audiencia, y llamó a Jesús y le dijo: ¿eres tú el rey de los judíos? (…)


Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuese de este mundo, pelearían mis siervos, para que yo no fuese entregado a los judíos: pero ahora mi reino no es de aquí.

Le dijo, pues, Pilatos: ¿luego eres tú rey? Jesús le respondió: Tú dices que soy rey. Para eso he nacido, y para eso vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.’’


Juan 18.33-37


El gobernador no encontró falla alguna en Jesús, pero la presión de los judíos lo empujó a condenarlo a la crucifixión, el peor castigo conocido en ese entonces. Los soldados romanos vistieron a Jesús con purpura y le pusieron una corona de espinas en la cabeza, mofándose del ‘’rey de los judíos’’. Luego lo torturaron con azotes y lo forzaron a cargar el madero de su propia cruz hasta el lugar del suplicio, llamado Gólgota. Allí lo fijaron al madero con clavos en sus muñecas, e igualmente en sus pies -al madero vertical. Tras ello, fue levantado en la cruz, durante la cual padeció por una hora hasta morir. Sus últimas palabras fueron: ‘’Consumado está’’, según Juan (19.30); o según Lucas (23.46): ‘’Padre en tus manos encomiendo mi espíritu’’.  Su cuerpo fue dispuesto en un sepulcro cercano.


La mayoría de historias terminarían ahí, pero no la de Jesús. Dice la tradición que al tercer día se levantó de la tumba y venció la muerte, o sea, resucitó. El Jesús resucitado dio algunas instrucciones finales a los apóstoles y algunos discípulos, y de manera majestuosa, se elevó al cielo para sentarse a la derecha del Padre pues su tarea ya estaba terminada. Dicho evento es conocido como la Ascensión.

 

2.3  De Galilea al Ganges.

Obispos de la iglesía sirio-malabari


Como consuelo de su partida, Jesús dejó a los discípulos el Espíritu Santo. Poco después de la ascensión, en el Día de Pentecostés, ocurrió un prodigio -el don de lenguas- que confirmó la presencia del Espíritu en los doce apóstoles, quienes dedicaron el resto de su vida a predicar la buenas nuevas de su Maestro. Los primeros conversos fueron judíos, y en verdad, por aquel entonces el cristianismo aún no se había separado ni diferenciado del judaísmo. Con todo, los Gentiles (personas no pertenecientes a la casa de Israel) comenzaron a unirse al movimiento. Un relato del libro de Hechos, nos cuenta que fue a Pedro quien bautizó al primer gentil, el centurión romano Cornelio, pues así se lo ordenó Dios en la Visión de los Animales Impuros.   Este flujo de nuevos conversos llevó a la primera controversia: ¿deberían los gentiles vivir la ley de Moisés, así como los judíos? La cuestión se zanjó en que no era necesario. Consecuentemente, a inicios del segundo siglo de nuestra era, la mayoría de cristianos no eran judíos.


Los apóstoles viajaron a variadas regiones, haciendo muchos conversos. El más prolífico fue Pablo/Saulo de Tarso, a quien se debe la mayoría de epístolas del Nuevo testamento. Pablo estableció iglesias (Ecclesia o congregación, no confundir con los edificios) por todos los territorios orientales del imperio romano, hasta que fue asesinado en Roma, probablemente durante la persecución de Nerón. También Pedro murió en Roma, y los obispos de esta ciudad (los Papas) trazan su linaje sacerdotal hasta él. En esta historia es importante el apóstol Tomás, quien viajó hasta la India, formando la primera comunidad cristiana en el subcontinente. En realidad, no hay cómo probar que haya sido Tomás, pero sí es bien sabido que en las costas de Karnataka y Kerala ha habido presencia cristiana desde el siglo I. Esta iglesia aún existe en aquellos estados del Sur de la India con el nombre de Iglesia Siriaca de Santo Tomas. Ella es relevante porque no fue traída por manos de colonizadores europeos, más bien, floreció debido a la conversión y prédica sincera, sin la presión de la espada.


El periodo de establecimiento y crecimiento de las primeras iglesias, no obstante, no fue un periodo feliz. Los Romanos persiguieron cruelmente a los cristianos por diversos motivos: eran acusados de ateísmo y disidencia por negarse a sacrificar a los dioses del estado y al culto al emperador; y por vivir de manera relativamente aislada de la sociedad de la época. Esto último no quiere decir que los cristianos vivieran fuera de las ciudades, al contrario, era un movimiento netamente urbano en sus primeros siglos, pero no participaban de festivales y otros actos cívicos en los que la adoración de otros dioses era parte integral. Desde la primera persecución, la de Nerón, el cristianismo sufría el status de ilegalidad en el imperio, pero la persecución no fue sistemática, sino que era caliente en determinados momentos, y luego se enfriaba. Los emperadores Domiciano, Decio y Diocleciano fueron los que más duramente atacaron al cristianismo. Fueron cientos los mártires que entregaron su vida antes de abjurar de su fe.


Llegado el siglo IV las iglesias continuaban creciendo a pesar de la adversidad. Cuatro iglesias llegaron a ser las más importantes, pues a sus obispos se les llamaba también patriarcas; estos fueron los patriarcados de Antioquía, Alejandría, Jerusalén y Roma. Pronto hubo un patriarcado más: el de Constantinopla. El fundador de esta última ciudad representó un punto de inflexión en la historia del cristianismo, pues Constantino I el Grande, legalizó la fe en el edicto de Milán en el año 313.  La conversión de Constantino se debe, según la leyenda, a una visión del Labarum, (XP: Khai/Ro- el símbolo de Jesús) que este vio en el cielo antes de una importante batalla, y que decía: en toutoi nika (en esto vencerás). El emperador venció la batalla (del Puente Milvio), convenciéndose así del gran poder del Dios cristiano. De tal modo, el cristianismo no solo era ahora legal, sino que era favorecido por el emperador, quien, aunque solo se bautizó en su lecho de muerte, le dio primacía por sobre las tradiciones paganas.


Esta religión, si bien, no era una creencia monolítica. En los primeros tres siglos hubo algunas variaciones, que el cuerpo principal de iglesias, llamadas a sí mismas ‘’Ortodoxas’’ (de opinión correcta), clasificaron de ‘’Herejías’’ (desviaciones). La principal y más pujante fue la corriente gnóstica, de clara influencia platónica, la cual veía al dios del Viejo Testamento como un dios falso, el Demiurgo. Entre tanto, el verdadero Dios, había enviado a Jesucristo para liberar al Alma, producto del Espíritu, de su cárcel material -el cuerpo. Los gnósticos practicaban un dualismo extremo, según el cual este mundo de materia era completamente malo, opuesto a una realidad trascendente y espiritual que era buena, y de la cual el hombre había sido raptado. Es necesario aclarar que nunca hubo tal cosa como una iglesia gnóstica, porque se trataba más bien de pequeños grupos inconexos, pero de ideas similares.


La otra gran herejía contendiente fue el Arrianismo, propuesta por un presbítero de Alejandría, llamado Arrio. De acuerdo al Heresiarca, Jesús era engendrado del Padre, pero no coeterno con Él, cosa que niega la doctrina de la Trinidad. Para el cristiano moderno la Trinidad puede sonar como un elemento básico de su creencia, pero para los primeros cristianos no era ni algo seguro y ni de común consenso. Los Arrianos fueron muchísimos, y gozaron del respaldo de algunos emperadores (Constancio II) y varios pueblos germánicos; por ejemplo, Ostrogodos, Visigodos, Vándalos y Burgundios. Para enfrentar al Arrianismo, el emperador Constantino I convocó el Primer Concilio Ecuménico (universal) en Nicea, Iznik en la actual Turquía. Fue el resultado del concilio de Nicea sentar las bases de la doctrina trinitaria, pero la victoria ortodoxa no fue inmediata y el debate se prolongó un tiempo más. Las cuestiones cristológicas -que veremos más adelante- provocaron acalorada contienda en los siglos IV y V, tal como la controversia Monofisita -cuya premisa era reconocer solo una naturaleza, y no dos (humana y divina), en Cristo.


En total hubo 7 grandes concilios ecuménicos en la antigüedad tardía, denominados por la ciudad que les sirvió de sede: Nicea I, Constantinopla I, Éfeso, Calcedonia, Constantinopla II, Constantinopla III y Nicea II. No todas las iglesias aceptaron las conclusiones de los concilios y se produjeron cismas (divisiones). Las Iglesias Ortodoxas Orientales (Copta, Siriaca y Armenia) no aprobaron la condenación del Monofisismo y rompieron comunión, siguiendo su propio devenir alejadas de las confesiones occidentales (Romana y Ortodoxa-griega).  


En el año 380, el emperador Teodosio hizo del cristianismo niceno la confesión oficial del imperio. Pronto todas las regiones del vasto impero se habían convertido a esta fe. En sus inicios el cristianismo fue la religión de los desamparados, de los humildes y los de corazón contrito, pero ahora las clases dominantes también se habían integrado en la iglesia, llenándola de boato y pompa. En respuesta, algunos cristianos en Egipto se retiraron al desierto y a los páramos solitarios para vivir su religión en soledad y contemplación, al tiempo que se mantenían alejados del poder y la riqueza, cada vez más presentes en el culto. Estos primeros anacoretas iniciaron el movimiento monástico en las partes orientales del imperio. Pocos siglos después el monasticismo aparecería también en los territorios occidentales, por ejemplo, la Regla de San Benito fue la primera codificación del comportamiento monástico en dichas regiones.


El cristianismo sobrevivió a la caída del imperio occidental en el siglo V, debido a que los dirigentes germánicos de los nuevos reinos adoptaron el cristianismo niceno y fueron absorbidos en la población general, ya profundamente cristiana. En el imperio de oriente, llamado también Bizantino, la iglesia estuvo sometida a la autoridad del emperador, sin que eso significase que no fuera influyente. Durante la alta edad media, las iglesias de oriente se vieron arrastradas al torbellino de la Controversia Iconoclasta, según la cual los iconos religiosos -estatuas, pinturas y demás- eran una forma disimulada de idolatría. Con suerte -para la historia del arte- los iconoclastas fueron vencidos en el debate y el arte religioso bizantino subsistió. En occidente, por otra parte, el Papado (Obispado de Roma) comenzó a ganar poder secular. Esto se debe a que tras las devastadoras guerras entre Ostrogodos (gobernantes germánicos de Italia) y los Bizantinos, más la invasión de los Lombardos, el poder estatal en la región fue casi inexistente; por tanto, el papa representó una figura de autoridad capaz de unir los disgregados elementos de la sociedad italiana. Está además la llamada Donación Constantina, un documento falsificado que dotaba al papado de prerrogativas universales y seculares.


Finalmente, el pleno poder secular fue conquistado por el papa en época Carolingia, cuando los reyes francos -en especial Carlomagno- se establecieron como protectores del papado, y le cedieron el control directo del Lazio, Umbria, Marche y Romaña; todas estas son regiones en Italia que hacían parte de los Estados Pontificios. En retorno, el papa nombró a Carlomagno emperador romano. Tiempo después, el Imperio Carolingio se dividió en tres partes, que más tarde conformarían las modernas Italia, Francia y Alemania. Cuando Otón I reunificó la Francia Oriental (Alemania) y Lotaringia (Italia), fundó el Sacro Imperio Romano Germánico en el año 936. El problema es que en el nuevo estado nunca estuvo claro quien tenía más autoridad, si el papa, que coronaba; o el emperador, que gobernaba. La tensión fue creciendo hasta estallar en la Disputa de las Investiduras, pues ambos el papa y el emperador disputaban quién poseía la potestad de nombrar (investir) a los obispos y demás autoridades eclesiásticas. Aunque el punto álgido de la disputa fue el conflicto entre el emperador Enrique IV y el papa Gregorio VII en 1076 d.C., la cuestión fue punto de contención durante gran parte de la baja edad media. En Italia la sociedad se dividió entre Guelfi (partidarios del papa) y Ghibellini (partidarios del emperador).


El papado en Roma también chocó con los patriarcados de oriente, a causa de sus pretensiones de obispado universal. De acuerdo a esta ideología, el papa era el obispo y patriarca de toda la cristiandad, por encima de sus congéneres en Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Claramente los demás patriarcados rechazaron la soberbia romana. No obstante, fue un desacuerdo doctrinal el que sirvió de excusa para la ruptura de comunión entre las iglesias latinas (romanas/occidentales) y las orientales (griegas). Los latinos habían agregado la cláusula Filioque (y del Hijo) al Credo Niceno-constantinopolitano, lo que implicaba que el Espíritu Santo emanaba del Padre y del Hijo conjuntamente, y no solo del Padre como dictaba el credo original (del año 381). Los delegados papales enviados a Constantinopla para zanjar la controversia no hicieron sino empeorarla, y en 1054 d.C. el Papa y el Patriarca de Constantinopla se excomulgaron mutuamente. Este evento, llamado el Gran Cisma separó para siempre a la cristiandad oriental de la occidental.


En la baja edad media surgieron las ordenes mendicantes de los Franciscanos -fundada por San Francisco de Asis- y los Dominicos; ambas ordenes inicialmente buscaron llevar el cristianismo de regreso a su esencia de abnegación y devoción. Empero, el papado y los obispados habían llegado a ser extremadamente corruptos. Con esto no estoy criticando el catolicismo, pues dentro de la misma iglesia, fueron muchos los intentos de auto reformarse y extirpar la corrupción. Con todo, la situación tocó fondo durante el Exilio en Avigñon, cuando los Papas no vivían en Roma sino en Francia, y el Cisma de Occidente, en donde tres Papas diferentes competían por ser reconocidos como el sucesor de San Pedro simultáneamente. En respuesta surgió el Movimiento Conciliarista, el cual intentó arrebatar el gobierno de la iglesia al Papa y establecer los concilios ecuménicos como máximo ente de gobierno eclesiástico. La idea era buena, en mi opinión, pero debido a elementos coyunturales no subsistió por mucho tiempo, y la victoria final fue del papado.


Hasta el siglo XV, la gran mayoría de cristianos se concentraba en Europa. Los musulmanes habían sido expulsados de la península Ibérica por los reinos cristianos, y los pueblos del norte se habían cristianizado por vías diplomáticas (como los eslavos y algunos escandinavos) o mediante el filo de la espada (como los bálticos). Durante un siglo y algo más también hubo presencia de cristianos latinos en medio oriente, debido a las cruzadas. Pero en el siglo en cuestión, las cruzadas y los reinos de ultramar ya eran cosa del pasado. Entre los europeos había vagas nociones de las cristiandades más orientales (Nestorianos y los Siriacos de Santo Tomás), pero velada por la leyenda. Por ende, mucho se especuló sobre el famoso Preste Juan, un hipotético gran rey cristiano que gobernaba en un reino de fábula muy lejos en Asia. El siglo XV fue importante porque los dos reinos ibéricos, España y Portugal, se lanzaron a la exploración del mundo por vías marítimas. Ambos países justificaron el descubrimiento y sometimiento de nuevas tierras excusándose en la cristianización de sus habitantes.


A través de dicho proceso los países de Latinoamérica fueron cristianizados durante tres siglos de dominio colonial. Sin embargo, aquí nos interesa más un proceso paralelo al otro lado del mundo. En 1498 el explorador portugués Vasco da Gama llegó a las costas de India, estableciendo contacto directo entre el mundo europeo y el hindú.  Vasco da Gama y los demás exploradores que llegaron después de él (Pedro Alvares Cabral, Francisco de Almeida y Afonso de Albuquerque), se involucraron en las dinámicas de poder mercantil y político en la Costa de Malabar (Kerala). Las ciudades de la región, como Calicut (Kozhikode) y Cochim (Kochi), se aliaron con y combatieron a los portugueses según lo dictaron los vientos de la conveniencia. Los árabes y turco -ambos musulmanes- que dominaban el comercio del océano indico fueron derrotados junto a sus aliados indostaníes por los recién llegados europeos en la decisiva Batalla de Diu, frente a las costas de Gujarat. La supremacía naval portuguesa los convirtió en amos del Océano Indico.   

 

Del mar los europeos pasaron a la tierra. En 1510 el virrey del recién fundado Estado da India, o India Portuguesa, llamado Afonso de Albuquerque, arrebató la ciudad de Goa, en la costa Konkani, al Sultanato de Bijapur. Otras ciudades costeras fueron conquistadas por los portugueses o permitieron que se estableciesen Feitorias -puestos de avanzada comerciales- en ellas. Adicionalmente, los portugueses fundaron Bombaim, la hodierna Mumbai, aunque luego la cedieron a los ingleses. En estas nuevas adquisiciones territoriales, los portugueses, de confesión católica romana, establecieron iglesias y trajeron consigo misioneros, siendo el más famoso San Francisco Xavier. En Goa, especialmente, fueron muchos los conversos al cristianismo. No obstante, no todo fue color de rosa, pues poco después la Inquisición Portuguesa se aseguró que no hubiese, en Goa y las otras colonias, desviaciones en la práctica católica de ninguna manera, enforzando la ortodoxia casi siempre por las malas.


Ahora, es necesario regresar a Europa para hablar de un acontecimiento importantísimo en este recuento histórico. En 1517 estalló la Reforma Protestante, impulsada por el monje alemán Martin Lutero. Ya antes algunos eruditos y teólogos se habían pronunciado en contra de la corrupción en la iglesia occidental (catolicismo romano), tal como John Wycliffe y Jan Hus, pero habían tenido éxito limitado; y en el caso de Jan Hus hasta fue condenado a muerte por herejía. Lo que marcó la diferencia con Lutero fue el éxito de su celo reformante, pues publicó 90 tesis -o acusaciones- sobre los vicios doctrinales e institucionales de la iglesia; por lo que fue capaz de conseguir apoyo de las masas y de algunos gobernantes alemanes. Con la protección y patrocinio que ellos le otorgaron, su voz no pudo ser callada por el papado, y la reforma generó un profundo cisma insalvable en el seno de la cristiandad. Las ideas protestantes eran radicales, pero profundamente necesarias: la venta de indulgencias (perdón de pecados en cambio de sumas monetarias) fue plenamente condenada, así como el celibato clerical, la corrupción institucional y la autoridad papal. Por otra parte, se promulgó la traducción de las escrituras a idiomas vernáculos para que el pueblo las pudiera leer, se proclamó la superioridad de la fe como elemento salvador por encima del ritual y los sacramentos, y se produjo toda una nueva teología fundamentada en la escritura y no en la tradición.


Los esfuerzos de los grandes reformadores como Lutero, Calvino, Zwinglio, Nox y otros sacudieron el status quo europeo, tanto política como espiritualmente. Durante un siglo y algo más, el continente estuvo inmerso en guerras de religión que lo cambiaron para siempre. La causa protestante triunfo en Alemania, Inglaterra, Suiza, los Países Bajos y los países nórdicos, mientras que las regiones mediterráneas se aferraron a la causa católica. Estos eventos tuvieron repercusiones en India. Los portugueses habían dominado gran parte de Ceylon (Lanka), en donde si su control se hubiese mantenido, la influencia del catolicismo habría crecido tanto como en Goa. Pero perdieron la isla a manos de los holandeses, que, aunque cristianos, eran protestantes, cuyo fervor conversor era mucho menor y no hacia parte relevante de su proyecto colonial. Tras ellos llegaron otras potencias europeas como Inglaterra, Francia e incluso Dinamarca. Los franceses se establecieron en Pondicherry (Puducherry), y los ingleses en Bombay, en Maharastra, y en Calcutta (Kolkata), en Bengala. Los franceses no eran en su mayoría protestantes, pero los ingleses sí. Con todo, el propósito de ambas potencias en India no era la conversión, sino los beneficios comerciales.


El reino de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales) fue especialmente prolijo en la diversificación del protestantismo. Inglaterra y Gales pertenecían a la Iglesia Anglicana, Escocia por su parte era de mayoría Presbiteriana. Pero también había allí Bautistas, Metodistas, Moravios, Quakers y otras denominaciones. Muchos miembros de estos grupos protestantes migraron a las colonias americanas, sin embargo, más tardíamente enviarían misioneros a las colonias en la India y el resto del mundo. Empero, debemos retornar a la India para saber en qué condiciones llegaron al subcontinente.


Durante el siglo XVIII el poder Mogol se había debilitado en todo el Indostán, y algunas regiones se separaron del imperio. El Nizam de Hyderabad controlaba parte del Deccan, y en la llanura Indo-gangética se habían escindido el Nawab de Bengala y el de Oudh (Awad), todos ellos gobernantes musulmanes. El único estado hinduista era la Confederación Maratha, que estaba en ascenso bajo la dirección de los Peshwas. Pero hay que aclarar que la gran mayoría de la población de todo el subcontinente practicaba el Hinduismo. Los puestos comerciales ingleses, que a los ya mencionado hay que añadir Madras (actual Chennai en Tamil Nadú), eran gerenciados por la Compañía de las Indias Orientales, una organización mercantil apoyada por el gobierno británico, pero de carácter privado. Desde estos lugares los ingleses cosechaban grandes beneficios en relaciones comerciales que no siempre eran benéficas para los nativos del subcontinente. Además, para asegurar su prosperidad, la compañía interfería en asuntos de los diferentes estados indios, algunos de los cuales se vieron atrapados en los conflictos coloniales entre Inglaterra y Francia. Por último, la compañía poseía su propio ejército, entre cuyos soldados había regulares y oficiales de la corona británica, junto a una vasta mayoría de indostaníes -tanto musulmanes como hindúes- de bajo rango.


El Nawab de Bengala se sentía preocupado por la creciente influencia inglesa en sus dominios y los expulsó violentamente de Calcutta. La compañía reunió sus ejércitos, que, aunque menores en tamaño superaban a los bengalíes en potencia de fuego, temple y disciplina. Cuando avanzaron a recuperar Calcutta, los bengalíes los interceptaron en la Batalla de Plasey, donde los europeos resultaron rotundos vencedores. La victoria en esta guerra dejó a toda la región de Bengala bajo el control de la compañía, la cual se comportaba más como un estado que como una aventura comercial. Esto permitió a los ingleses cobrar impuestos a la población y a acceder a su fuerza de trabajo, industria y recursos naturales.


La codicia inglesa no se sació con Bengala únicamente, y cada vez más la compañía ejecuto políticas más agresivas. Tras tres guerras con los Marathas, que dominaban casi todo el subcontinente, y varias otras con Mysore, muchos territorios pasaron a manos de la compañía directa o indirectamente, en el caso de lo último mediante el sistema de los Estados Principescos. Para el 1800 casi toda la India era de una u otra forma controlada por los ingleses. A lo largo del siglo XIX cayeron los últimos reinos independientes, entre ellos el Reino Sikh en el Punjab. Solo el reino Gorkha de Nepal mantuvo su independencia, si bien como un estado cliente. Luego, en 1857 estalló una rebelión casi generalizada, en la llamada Revuelta de los Sepoys o Gran Revuelta India. Las atrocidades de bando y bando fueron sañosas, pero las causadas por los ingleses -que vencieron en la contienda- afectaron a mucha más gente. La situación de desorden fue tal que la corona británica arrebató el control de todo el subcontinente a la Compañía de las Indias Orientales, y estableció el gobierno directo: el British Raj (Reino Británico).


El dominio británico apenas favoreció levemente, y de manera no formal, la llegada de los misioneros protestantes a la India, pues el objetivo principal del gobierno fue la explotación comercial. Como no era un proyecto estatal, sino emprendimiento particular, las conversiones no fueron forzadas. El pionero de la actividad misionera en India fue William Carey.  Aunque numerosa, la población conversa cristiana entre los indostaníes no llegó cerca de las proporciones de población musulmana, y que decir de la gran mayoría hinduista. Más en lo opuesto no fue verdad: el número de conversos europeos a alguna religión indica fue insignificante.


Alguna practicas hinduistas alarmaban a los cristianos, en especial la práctica del Sati (inmolación de las viudas en la hoguera funeraria del marido), la discriminación de los intocables y el matrimonio infantil. A pesar de estos evidentes males, no creo que estos misioneros hayan apreciado netamente las partes realmente positivas del hinduismo, en especial su pluralismo. Las religiones abrahámicas son todo menos pluralistas: ‘o ellos están en lo cierto y o nadie lo está’. ‘Hay un Dios y nadie más’ dicen ellos, pero no reconocen a su Señor en otros rostros o con diversos nombres.  Desde sus inicios el cristianismo tuvo el celo apostólico: hacer de todo el mundo un creyente en Cristo. Pero olvidaron que el objetivo no es la confesión ni la fe, sino la redención del espíritu humano. El hinduismo nunca se ha molestado por hacer nuevos conversos. Quienes quieren convertirse lo hacen, y quienes no, pueden vivir su religión autóctona y llegar al mismo destino. Mucho se enfocaron los misioneros en las prácticas culturales -no espirituales- que pasaron por alto la profundidad del Bhakti, las hazañas del Yoga y la excelencia del Jñana del ‘Hindu Dharma’.


Tras casi dos siglos de dominio inglés, la India se sacudió su yugo, y por fuerza de pura voluntad, no de las armas, conquistó Svantranta (la Independencia) en 1947. No todo fue ideal, pues la partición de India-Pakistán fue una calamidad. Pero con el nacimiento de la Bharat Ganarajya (Republica de India) el subcontinente disfrutó finalmente de un estado secular y de la total libertad religiosa. Desde entonces, el cristianismo fue integrado al mosaico de religiones en India donde florece orgánicamente, en una plétora de denominaciones.


A nivel mundial, la secularización de los estados llevó al cristianismo a una nueva situación, que se denomina Post-constantina: la iglesia sin el respaldo de reyes, emperadores y grandes señores. Hubo mucho que no conté con respecto a los últimos 300 años del cristianismo en el resto del mundo, debido a falta de espacio.  Lo importante aquí era ver la historia del cristianismo en relación al hinduismo. Y es en esta época post-dominación que realmente podemos ver a una religión y otra caminado juntamente. El cristianismo es la mayor religión a nivel mundial y el hinduismo es la tercera.


3.      De Abba, el Cristo y Brahman.



He aquí el meollo de toda religión: la Verdad Suprema -es decir el Señor Omnipotente. Entre la Verdad y el Señor no hay diferencia, como sí la hay entre el mundo, las criaturas y el Señor de las criaturas. En el hinduismo, la relación entre las tres, toma varias formas: no-diferente (monista y/o inmanente), diferente (trascendental y/o dual) o diferente-no-diferente. En el cristianismo, cuya diversidad interna también es muy grande, se trata casi siempre de una visión trascendental y dual, aunque haya toques de inmanencia en las vertientes más místicas.


Dios es la Verdad en el cristianismo, y no se trata de cualquier dios o de un dios, sino del Dios. O sea, es una religión monoteísta. La palabra Dios proviene del latín Deus -de cuya etimología ya he hablado en otros escritos. La mayoría de conversos del cristianismo primitivo hablaban o latín o griego -en este último la palabra es Zeus (Dios en genitivo). Pero en la época de Jesús, cuando la totalidad de discípulos era judía y de habla aramea, el nombre dado al Gran Dios era: Abba (Padre). De ahí que un sinónimo de Dios sea el Padre (o Padre Celestial). Abba es el mismo YHWH/Elohim del judaísmo, visto como el único Ser Supremo. Es más, en la biblia el término (YHWH/Elohim) se traduce como el Señor-Dios en español.


¿Pero quién es Abba, el Padre? No nacido, Incausado, Inmortal, Eterno, el Principio y el Fin, el Creador, el Señor de Señores, el Señor de los ejércitos, Adonai (Señor), el Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente, todos estos son sus epítetos, los cuales son innumerables. Aquello a que llamamos Brahman en hinduismo eso es el Padre, porque posee sus mismas características (las definibles y no-definibles). Cómo ya se vio en el primer escrito (De Hinduismo e Islam) Brahman, Allah y Dios el Padre son Uno y el mismo, Uno y Único, sin un segundo; si bien hay ligeras diferencias -no insalvables- entre la teología/metafísica de las tres religiones.


El Padre creó el mundo (Cosmos) en 7 días, de acuerdo al Genesis (aunque el capítulo 1 y 2 sean dos versiones ligeramente distintas de la Creación). Él separó los cielos de la tierra, la luz de la oscuridad, el agua de la tierra, hizo las plantas, los animales y a los seres humanos. Nada se sabe del Padre antes de la creación, pues allí comienza la Biblia, aunque se sobreentiende que Su existencia antecede al mundo y que es independiente de aquel. Ergo, la esencia en la que se sustentan todas las cosas, de donde provienen o emanan, y cuya fuerza las organiza y diferencia: eso es Dios, la base y sustancia de la existencia. El Brahma-sutra concuerda así:


(Brahman) de donde se origina todo esto (el Universo).


Brahma-sutra 1.1.2


Si Dios tiene forma o es sin forma no es cuestión de consenso en el cristianismo, así como tampoco hay consenso de lo mismo en el hinduismo. El Padre no posee forma humana, ni mortal, mucho menos material, pero su forma debería ser semejante a la nuestra, no porque se base en el humano, sino porque la biblia sustenta la idea de que Él hizo al humano a Su imagen y semejanza:


Y creó Dios al hombre a Su imagen; a la imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.


Genesis 1.27.


En otros pasajes se habla de la forma de Dios, o al menos de las partes de su forma, aunque nunca está claro si es literal o figurativamente. En algunos pasajes se habla de ella -ambiguamente- como en los siguientes, cuando el Padre selló la alianza con Moisés y el pueblo de Israel:


Y dijo, además: no podrás ver Mi rostro, por cuanto ningún hombre verá Mi rostro, y vivirá. (…) Y habiendo Yo retirado Mi mano, Me verás por las espaldas; pero Mi rostro no se verá.


Éxodo 33.21 y 23.


El rostro del Padre es no visto pues Su gloria es más de lo que podría soportar cualquier mortal. No obstante, Él habla e interactúa con los profetas, apóstoles y otros a lo largo de la Biblia, por lo que no se puede pensar de Él como un Principio inconsciente, impersonal e indiferenciado. Por ende, la concepción Advaita, en el hinduismo, del Brahman como Nirguna (sin cualidad) no es compatible con el cristianismo; en cambio la concepción Dvaita y personal si es compatible, aunque no idéntica. Una proyección humana hacia la forma divina, que me parece interesante es la que refleja Dante Alighieri en la Divina Comedia, según la cual Dios está en el centro del Empíreo (Más Alto Cielo), pero solo su Luz es visible y el poeta es incapaz de ver su forma.


En resumen, el Padre es un Dios personal, pero trascendente, por lo que su forma no puede ser ni vista ni comprendida, aunque sí se pueda interactuar con Él. Se dice que es el Padre porque como creador es progenitor de todas las criaturas, en especial del ser humano, pero no necesita consorte para ser el Padre, pues no se trata de generar como lo hacen las criaturas. Como es el Padre de la creación, se le representa normalmente como un hombre de edad y barba blanca, sin que ello diga que envejece, aunque Él mismo sea más antiguo que toda su creación. Igualmente, nosotros en sánscrito lo llamamos Purana-Purusha (La Persona Antigua o Primordial). Otra razón que explica su iconografía se remonta mucho más atrás, hasta la deidad cananea El, quien es un hombre anciano -pero no enclenque- porque es el patriarca de la casa de los dioses.


En el hinduismo también tenemos Dioses personales con forma específica, que se pueden ver como una manifestación de Brahman, o como la fuente del Brahman, dependiendo de la escuela. Así, se puede adorar a Bramha, a Vishnu, a Shiva, a Shakti y una infinidad de formas divinas. Se debe aclarar, sin embargo, que esto no hace a cada forma hindú análoga con el cristianismo, pues cada una posee atributos específicos no encontrados en el Padre, siendo solo Brahman, en su aspecto trascendente, principalmente, el análogo del Padre.


El Padre es el más Grande Misterio, por ello, se manifiesta en una forma triple para interactuar con su creación: la Trinidad. No toda denominación cristiana es trinitaria, yo por ejemplo crecí en una de ellas (el mormonismo), cuyas creencias comprometen seriamente el monoteísmo. Igualmente, ya antes hablé de una importante corriente no trinitaria ya extinta: el Arrianismo. Con todo, la mayoría de denominaciones se ajustan -en distintos grados- a la concepción trinitaria definida en el concilio de Nicea. ¿Entonces, qué es la Trinidad?



En el cristianismo niceno usualmente se representa a la Trinidad con este diagrama. El concepto consiste en que Dios, como Verdad Suprema, es Uno y Único, pero manifiesta tres Hipóstasis -o personas. Las palabras dan a entender lo siguiente: una Hipóstasis es un estado de ser que es fijo, existente y verdadero; paralelamente, la Persona indica una identidad -que se puede interpretar desde verdadera hasta aparente. Entonces, Dios se expresa en el Padre, de quien ya hablamos, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre es la primera hipóstasis y es Dios, pero no es el Hijo ni el Espíritu, de donde provienen estos dos. El Hijo es la segunda hipostasis y es Dios, más proviene del Padre; y no es el Padre ni el Espíritu. El Espíritu es la tercera hipostasis y es Dios, pero no es el Padre ni el Hijo; y proviene del Padre. En cuanto a este último postulado hay contención, pues el catolicismo romano considera que el Espíritu emana del Padre y del Hijo (el Filioque), mientras que las iglesias ortodoxas niegan la afirmación. Que la segunda y tercera hipostasis surjan de la primera no quiere decir que sean creaciones (criaturas) o que sean no-eternas; lo cierto es que las Tres son eternas, no-creadas, no-nacidas, co-creadoras e inmortales. Así el Hijo coexiste con el Padre desde siempre, y el Espíritu Santo coexiste con ambos sin inicio ni fin. Por eso se dice que hay un solo Dios y tres personas: rostros, mascaras o identidades del Ser Supremo, que, sin embargo, permanece indivisible.


Para algunos sonará contradictorio que Dios sea un solo Ser y tres personas; por eso mismo Él es un misterio que escapa a la mente humana. Los hindúes tenemos el concepto de la diferencia-no-diferencia que es igualmente enredado y contradictorio a primera vista, pero no por ello ambos conceptos son menos verdaderos. Es más, su imposibilidad es lo que los hace validos, pues el humano piensa desde un cuerpo sujeto al cambio y el tiempo, sobre cosas que están más allá del cambio, el límite y el cuerpo. En la esfera de lo divino lo que es Una cosa también puede ser Otra. Solo las criaturas tienen limite; Dios no, y por ello es supra-racional.


Alternativamente, el Arrianismo negaba la Trinidad de lleno. Para Arrio de Alejandría, el Hijo -cuya identidad es Jesús de Nazareth- había sido creado por el Padre y no era coeterno, haciéndolo el Primero entre las criaturas. Ello lo haría exaltado, pero no lo haría Dios. De tal manera, no sería necesaria la complicadísima teoría de las Hipóstasis del Supremo. Hay otras formas de cristianismo no-trinitario; por ejemplo, el movimiento de los Santos de los Últimos Días -mal llamados mormones-, considera que el Padre, el Hijo y el Espíritu son entes completamente separados, cada uno con su propio cuerpo físico – o espiritual en el caso del Espíritu Santo. Además, para ellos los tres personajes son creados, aunque exaltados: y sí incluso el Padre habría sido creado por otro Padre, Este por Otro, y así ad infinitum. Esta última es sin duda una posición extrema, aberrante si se quiere; empero denota la diversidad del cristianismo. Para la mayor parte de denominaciones, sin embargo, el Credo Niceno funciona como definición -estricta o liberal- de la Trinidad. Este es el dicho credo:


Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; unigénito nacido del Padre, es decir, de la sustancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma naturaleza que el Padre; por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió a los cielos, vendrá a juzgar a vivos y muertos; y en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: hubo un tiempo en que no existió y: antes de ser engendrado no existió y: fue hecho de la nada o de otra hipóstasis o naturaleza, pretendiendo que el Hijo de Dios es creado y sujeto de cambio y alteración, a éstos los anatemiza la Iglesia católica*.


Credo Niceno - año 325 d.C.


(*Por católica no hay que entender como romana, sino universal. En cuanto a la anatemización hay que comprender que este credo es la respuesta de la ortodoxia a la controversia arriana).


Cuando se compara el hinduismo con el cristianismo, muchos trazan un paralelo entre Trinidad y Trimurti (las tres formas). Y a pesar de que hay una que otra similitud, no se trata de homología. Primero, hay que saber que la Trimurti se compone en Brahma-Vishnu-Shiva, y ellos tres son Para-brahman/Paramatman -o sea, el Ser Supremo. Simplificando el asunto, Brahma-Vishnu-Shiva son directamente Brahman, o sea Dios. Sin embargo, se acepta que Dios no solo exhibe tres formas/persona, sino infinitud de formas (Vibhuti), pues cada miembro de la Trimurti se expande en un número incalculable de ellas. Están, por ejemplo, los Avataras, de los cuales, todos y cada uno de ellos es Dios. Así pues, la Trimurti no se limita a tres formas.


Por otro lado, el hecho de que sean tres formas en la Trimurti, se debe a que se harmoniza el Brahman del Vedanta con la teoría Traiguna del Shankya. Traiguna significa ‘Tres cualidades’ que son Sattva (verdad), Rajas (pasión) y Tamas (inercia). Por ende, Vishnu no es Sattva, pero es Dios gobernando a Sattva, cuya cualidad es la estabilidad, y por ello, Vishnu es el Preservador. Brahma no es Rajas, pero es Dios gobernando a Rajas, cuya cualidad es la proliferación, y por ello, Brahma es el Creador. Por último, Shiva no es Tamas, pero es Dios gobernando a Tamas, cuya cualidad es la entropía, y por ello, Shiva es el Destructor. Pero como son tres formas del Uno y Único, sin un segundo, Vishnu es también Creador y Destructor; Brahma es Preservador y Destructor; y Shiva es Preservador y Creador. El Smriti explica esta harmonización (Samanvaya):


Parashara dijo: Gloria al inmutable, santo, eterno, supremo Vishnu, de una naturaleza universal, el majestuoso sobre todos: a Él quien es Hiranygarbha [Brahma], Hari [Vishnu], y Shankara [Shiva]. El Creador, el Preservador, y el Destructor del mundo: a Vasudeva, el redentor de sus devotos: a Él, cuya esencia es Una y Múltiple; quien es sutil y corpóreo, indiscreto y discreto: a Vishnu, la causa de la emancipación final.


Vishnu Purana 1.2.1-2


En la Santísima Trinidad de los cristianos, únicamente del Padre emanan, pero ya antes coexistían, las otras dos hipóstasis. En la trimurti hay una emanación un tanto diferente, y tampoco hay una jerarquía fija como en el concepto cristiano. Dice la cosmología hindú que del ombligo de Vishnu surgió Brahma, y de la frente de Brahma surgió Shiva. No obstante, hay una historia puránica, muy popular en india, que ejemplifica la flexibilidad de la Trimurti. Según la anterior, una vez un sabio preguntó a Shiva quien era su Padre, a lo que Él respondió: ‘’Brahma’’; luego le preguntó quién era su abuelo, y el Dios le respondió: ‘’Vishnu’’; más cuando el sabio preguntó quién era su bisabuelo, Shiva respondió: ‘’Soy yo mismo’’. Consecuentemente, afirmar quién es el más grande entre Brahma-Vishnu-Shiva depende de la escuela y de a quien se pregunte; y eso es un debate donde no me quiere meter; pues más feliz es el Smarta que adora por igual a los tres.


Para complicar aún más el símil entre Trinidad y Trimurti debo aclara que la Trimurti no es la única expresión de Dios: hay también una Tridevi. La Tridevi es la Gran Diosa Shakti/Durga, y es inseparable de la Trimurti. Las tres Diosas son Sarasvati-Lakshmi-Parvati, y cada una de ellas es la Verdad Suprema en su propio derecho. Por ende, Dios se manifiesta en seis formas, no solo tres, aunque es mejor definir el Para-Brahman como una trinidad de pares: Sarasvati-Brahma, Lakshmi-Narayana, y Parvati-Shiva. Cada Diosa, además, posee infinitas expansiones. Por lo que decir que hay una trinidad en el hinduismo es reduccionista, aunque mínimamente no es del todo errado.


En cuanto a lo demás, si se cree que Dios se reduce a estos seis ya mencionados, es porque falta conocer mejor el hinduismo, pues los Sauras y Ganapatyas añadirían también a Surya (el Sol) y a Ganapati (Ganesha). Con Surya hay que aceptar también a todos los Dioses solares (los 12 Adityas). Y con los Adityas a los treinta y tres (Tridasha), que incluyen 8 Vasus, 11 Rudras y 2 Ashvins. Todo Dios, desde el primer verso del Rig-veda hasta la última línea del más reciente Alpa-purana, es aquél Supremo Brahman de una u otra forma. Con todo, la divinidad no acaba allí, alcanzando al ser individual en todas y cada una de las criaturas, incluyendo las pasadas, las presentes y las futuras. Todo ser es Dios, pero es al tiempo con Él diferente. Esto es el Bheda-abheda (la diferencia-no-diferencia) y así lo asegura el Brahma-sutra:


Además, en esto la unión de esto (Paramatman-anandamaya) con aquello (Jivatman) (la escritura) enseña.

Brahma-sutra 1.1.19


Y en cuanto a la declaración de la diferencia (Bheda) (entre Brahman, ser individual y materia).

Brahma-sutra 1.3.5


Y si se dice que (Dahara es el ser individual) en cuanto a la subsiguiente (afirmación), (nosotros decimos) (que el pasaje subsecuente [Chandogya Upanishad 8.7.1] se refiere al ser individual solo en tanto que) su naturaleza real (Svarupa) se ha manifestado (como idéntica a Brahman).

Brahma-sutra 1.3.19



Se pueden concluir las diferencias entre Trinidad y Trimurti así: el término cristiano es exclusivamente reservado al Dios trascendental en solo tres manifestaciones; mientras tanto, la Trimurti no delimita la divinidad a sí misma, y es tanto trascendente como inmanente, de manifestaciones/personas ilimitadas.


Trimurti


La discusión interna de la Trinidad, no obstante, no se ha agotado, ya que falta el elemento distintivo: el Hijo. Jesús de Nazareth es el Hijo, Dios encarnado que trae la redención a todos los seres humanos; o al menos así sostiene la teología nicena. En los primeros años del cristianismo, especialmente, la figura del Hijo y su exacta relación con Dios (YHWH) no estaba del todo definida. Por ende, hay toda una rama de la teología dedicada al asunto llamada: cristología. Jesús de Nazareth es también llamado Jesucristo, o solo el Cristo. Cristo viene del griego Christos (Χριστος), que a su vez es la traducción del hebreo Mesías, y significa ‘el ungido’. En torno al periodo del segundo templo, el judaísmo desarrolló la idea del Mesías, un redentor - ¿secular o espiritual? – para la casa de Israel, que traería consigo el Reino de Dios. De acuerdo a la tradición, el Mesías debería ser descendiente del rey David, o sea provendría de la casa real de Judá, y sería un gran soberano. Además, su lugar de nacimiento sería Belén, en donde nació también David, su ancestro. Los evangelios aseguran que Jesús de Nazareth cumplía ambos requisitos; si bien la academia considera que el nacimiento en Belén, y las dos genealogías de Jesús -ya mencionadas- son fabricaciones.


La profecía mesiánica más renombrada es la encontrada en Isaías 11. Con todo, solo los cristianos creen que Jesús cumplió con la profecía, mientras que los judíos esperan aún su cumplimiento. El texto dice así:


Porque brotará una rama en el tronco de Isaí [padre de David] y de sus raíces un retoño fructificará. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de fortaleza, el espíritu de conocimiento y de temor del Señor. Y se deleitará en el temor del Señor; y no juzgará según la vista de sus ojos, ni reprenderá según el oír de sus oídos. Sino que juzgará con justicia a los pobres, y reprenderá con equidad a los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. Y la justicia será el cinturón de sus lomos, y la fidelidad el cinturón de sus entrañas. Y morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará. Y el becerro, y el hijo del león y el animal cebado andarán juntos, y un niño pequeño los guiará. Y la vaca y la osa pastarán juntas y sus hijos se acostarán juntos, y el león comerá paja con el buey. (…) No se hará mal ni daño alguno en todo mi santo monte, porque la tierra se llenará del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar.


Isaías 11.1-7 y 9.


El Mesías, entonces, será ante todo justo y ejecutará únicamente la voluntad del Señor. El mundo que traerá, o mejor dicho el Reino de los Cielos, es un mundo perfecto, tal como originalmente era el nuestro antes de la Caída (de Adán y Eva). La profecía mesiánica es, por tanto, apocalíptica, en cuanto espera la conclusión de la obra divina para con el mundo. Según el cristianismo, el primer advenimiento de Jesús es el inicio del cumplimiento de la profecía, la cual solo se manifestará a cabalidad con su ‘’Segunda venida’’ (Parousia), de la que hablaré luego. No obstante, el Mesías es el ungido de Dios, pero no necesariamente Dios; de modo que en el cristianismo primitivo muchos aceptaron a Jesús como el Mesías, pero no como encarnación de Dios.


Jesús aseguró ser el Mesías, y hay un pasaje más donde da a entender que él es el Hijo del Dios, y que el Hijo es Uno con Dios; como citaré a continuación:


Jesús respondió: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada; quien me glorifica es mi Padre [Abba], el cual decís que es vuestro Dios. Y vosotros no lo conocéis, pero yo lo conozco. Y, si dijese que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros; pero lo conozco y guardo su palabra. Abraham, vuestro padre, glorificó por ver mi día; y lo vio, y se alegró.


Le dijeron, pues, los judíos: ¿aún no tienes cincuenta años, y viste a Abraham? 


Les dijo Jesús: en verdad, en verdad os digo que antes que Abraham existiese, YO SOY.


Juan 8. 54-58.


Que Jesús se llamase a sí mismo YO SOY es muy importante, pues eso es lo que significa el nombre YHWH. De esto se comprende que Jesús reconoce su gloria como otorgada por y subordinada a el Padre, al tiempo que se identifica plenamente con Él.

Muchos judíos conversos siguieron a Jesús como el Cristo/Mesías prometido, pero esa idea no era igual de atractiva o convincente para los gentiles (no judíos) que se unieron al movimiento tras la muerte del maestro. Muchos de ellos era griegos, y el Evangelio de Juan abre con un argumento de la divinidad de Cristo, más hecho para griegos que para judíos:


En el principio era el Verbo [Logos], y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él nada de lo que fue hecho se hizo. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.


Juan 1.1-5


El mundo griego estaba más familiarizado con la filosofía propia que con la religión de los judíos. La filosofía griega concibe la existencia del Logos (la Palabra/el Verbo) como la expresión del Nous (la Idea). El Logos es el agente activo/creador del Nous, que es la esencia fundamental de la existencia. El neoplatonismo -un poco más tardío que el cristianismo primitivo- llegaría a la conclusión de la existencia de tres hipóstasis primarias, que emanan la una de la otra, de la siguiente manera: To Hen (El Uno) – Nous (la Idea/Inteligencia) – Logos (la palabra). En semejanza, el Cristo es el Logos del Padre, según el cual el mundo fue hecho, vivificado e iluminado (con el conocimiento verdadero). La influencia platónica en el cristianismo es innegable, y dicha influencia fue clave para la difusión de la nueva fe a lo largo del mundo helénico.


El Logos, sin embargo, no permanece ocioso ni alejado, sino que en su rol vivificador entra al mundo bajo el nombre de Jesús de Nazareth:


Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad.


Juan 1.14


Discutamos ahora la cristología. De acuerdo a Juan, Jesús es el Logos encarnado, pero como ya dije, esto no fue inicialmente aceptado universalmente. Incluso, algunos siglos después de los eventos de los evangelios aún surgían apreciaciones nuevas con respecto a quién o qué era realmente el Cristo. En Europa terminó por triunfar la cristología nicena, más en oriente sobrevivieron otras vertientes, y algunas simplemente se ahogaron en las lagunas del tiempo. Hay dos tipos de cristología: rica y pobre. Estos términos no son juicios valorativos, sino que se refieren a la complejidad del sistema. De acuerdo a Ioan Couliano y Mircea Eliade, en su Diccionario de Religiones (1991), la cristología pobre enfatiza la humanidad de Jesús y es de corte judaizante, mientras que la rica resalta su divinidad y es de influencia griega. De acuerdo a aquel mismo texto (pág 134), podemos resumir las principales cristologías así:


Jesucristo es:

A.      Solamente humano.


Así suponían los ebionitas, una rama primitiva del cristianismo que aceptó a Jesús como Mesías, pero no como Dios. Eran principalmente de etnia judía.

 

B.      Solamente divino.


Así afirmaba el docetismo, según el cual Jesús era un tipo de aparición/ilusión del Logos, y por lo tanto nunca fue humano y su padecimiento (crucifixión) fue aparente, pero no real.

 

C.      Ni divino ni humano.


Esta posición es llamada cristología angélica, la cual sostiene que Jesús sería más que un humano, pero menos que un Dios.

 

D.      Divino y humano a la vez.


Y la naturaleza divina y humanas están:


       D.1 Completamente separadas: como creían los Nestorianos.


       D.2 No separadas: 


           D.2.I - Pero no están confusas, sino que coexisten: Ortodoxia nicena.


           D.2.II – Y están confusas en una sola: monofisitas.


El hinduismo, que carece de figura central (exceptuando el Brahman), no posee tal cosa como la cristología. Pero si hay teologías específicas como Vishnu-tattva, Shiva tattva, Shakti-tattva y Surya-tattva. Ya antes he explicado el Vishnu-tattva de la escuela Gaudiya, que se puede leer en este link: https://john23brodriguez.wixsite.com/website/post/teolog%C3%ADa-de-la-gaudiya-sampradaya. Nosotros tenemos figuras completamente divinas: Vishnu, Brahma, Shiva y Shakti; hay otras divinas de segundo nivel: Devas (Adityas, Vasus, Rudras, Maruts, Ashvins, Asuras y Vishvedevas)-aunque según el sistema védico original, todas son divinas de primer nivel. Hay otras con naturalezas tanto divinas como humanas, o incluso animales: Avataras y encarnaciones (parciales o plenarias). De hecho, tenemos tantas teologías específicas que no es posible mencionarlas todas aquí.


Finalmente, tenemos la tercera hipóstasis: el Espíritu Santo. En los evangelios, la pablara usada para hablar de Él - ¿o Ello? -  es Pneuma (Aire, Aliento). No es claro si se trata de una entidad o solamente una fuerza/influencia del Padre. El Espíritu es también llamado el Consolador, cuya compañía es un regalo del Padre para consolar y guiar a las almas humanas tras la ascensión del Hijo de regreso al Padre. Su función es la siguiente:


Pero, cuando llegue aquel, el Espíritu de Verdad, Él os guiará en toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que dirá todo lo que haya oído, y os anunciará lo que ha de venir. Él me glorificará, porque ha de recibir de lo que es mío, y os lo hará de anunciar.


Juan 16.13-14


La palabra Prana (Aire, Aliento, Vida), en los Upanishads y en el Brahma-sutra, es usada también para designar al Más Alto Ser (Brahman). El Prana puede ser el simple aire o el acto físico de respirar, pero en dichos textos, el término se utiliza como la fuerza/presencia vivificante sin la cual nada puede subsistir. Es más, Prana y Pneuma como palabras son cognados. El sustento de la idea del Prana como Brahman se encuentra en los siguientes versos:


Por lo tanto, Prana (la vida/el aliento vital/la respiración) también (es Brahman).


Brahma-sutra 1.1.23


Si se dice que (Brahman) no es (lo referido) porque las marcas características del alma individual y del aliento principal (son mencionadas), (nosotros decimos) que no, porque (en esta interpretación habría) tres tipos de meditación (u objetos de meditación) diferentes (y no Uno como en realidad es); porque (nuestro punto de vista) es aceptado en otros pasajes; y porque (las marcas características de Brahman) están conectadas (con el pasaje en cuestión [y son idénticas a las de la vida]).


Brahma-sutra 1.1.31


Puede que la teología cristiana sea algo difícil de reconciliar con la metafísica hindú, debido, principalmente, al exclusivismo religioso de las doctrinas abrahámicas. Y en la exterioridad se trata de dos religiones bien diferentes. Pero la verdad del mundo y de los hombres es universal, que nadie la capte en su cabalidad no demerita su unicidad. Si contamos todas las Deidades del Rig, del Sama, el Yajur y el Atharvan en todas sus capas, más aquellas de los Smritis, tendríamos 33 millones de Dioses. Empero, al leer y escuchar cuidadosamente el Veda, y sus dependencias, todas estas Deidades se vuelven cada vez más abstractas, menos diferentes, hasta llegar a su total unicidad. El hinduismo también es monoteísta, cosa que se ve si se tiene la perspectiva apropiada. El Atharva-veda así lo confirma:


Aquel que conoce a este Único Dios. No segundo, no tercero, tampoco cuarto es Él llamado. No quinto, no sexto, tampoco séptimo es Él llamado.  No octavo, no noveno, tampoco décimo es Él llamado. Él mira hacia afuera por todo, tanto lo que respira como lo que no. En Él es entrado este poder; Él mismo es Uno, Único, Uno Único.

 

Atharva-veda 13.4.15-20

 

El deseo de conocer al Uno, Único y sin un segundo es patrimonio de toda la humanidad. Entonces cerraré esta sección comparando los dos rezos más importantes hacia Dios en ambas religiones, para que entre toda esta diferencia se encuentre algo de unidad.


1.      Gayatri mantra en Sánscrito:


Oṃ bhūr bhuvaḥ svaḥ

tat savitur vareṇyaṃ

bhargo devasya dhīmahi

dhiyo yo naḥ pracodayāt. 

 

Traducción:

 

‘’Aum’’, en la tierra, la atmosfera y el cielo,

Podamos meditar en aquella excelente gloria del divino Savitri vivificante, pueda Él iluminar nuestro entendimiento.

 

Rig-veda 3.62.10

 

2.      El Padre nuestro en arameo:

 

Aboon Dbashmayo. Nethcadash shmokh teethe malkoothokh, nehwe sebyonokh,  aykano Dbashmayo off bar’o. 


Hab lan lahmo dsoonconan yawmono,  washbook lan howbain wahtohain aykano doff hnan shbakn il hayobain lo thaalan il nessyoono elo fasson men beesho metool ddeelokhee malkootho,  ou haylo ou Teshbohto, loalam olmen Amin. 


Traducción:


Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.


Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y libranos del mal. Amen.

 

Savitri es el Sol vivificante, y el Sol antes del amanecer y después del ocaso. Él nutre a todas las criaturas, les da calor, vida y alimento. El Sol es el sustento del mundo, el origen del mundo y la disolución del mismo. Savitri es uno con Surya y con todos los siete Adityas. Ellos todos son el Sol, y el Sol es el ojo del Purusha cósmico. Todo Dios en el Rig-veda es de una u otra forma un aspecto solar; Indra, por ejemplo, no es solo el Rey y el Dios de las tormentas, pues al ser un Aditya es la fuerza varonil/heroica del Sol, así como Vishnu es el Sol en el más alto cielo (Paravyoma). El concepto de Sol en los Vedas sobrepasa la simple idea de la estrella local (llamada Sol en latín), se refiere al calor y a la luz progenitora, al Tejas, la fuerza dinámica, y no a la temperatura, que es una manifestación del primero. La vida misma depende de esta Fuente, emana de ella, se nutre en ella y regresa a ella. El Gayatri es un himno solar, sí, pero su sentido completo se refiere directamente a Brahman, el cual es un Sol para todas las entidades vivientes.

 

Si se dice que (Brahman) no es (mencionado) desde que la métrica (Chhanda/Mantra [el Gayatri {donde la luz es Savitur (el Sol)}]) es mencionada, (la respuesta) es no, porque fijar la mente (en Brahman por medio de el Mantra/la Métrica/el Gayatri) es declarado. Esto también es visto (en otras partes).


Brahma-sutra 1.1.25

 

El Padre Nuestro es similar al Gayatri. Ambas oraciones piden el sustento de Dios (la vida y el pan), en ambas se desea que ilumine nuestro intelecto y nos aleje del mal (la tentación). Es el mismo Dios quien responde a las dos suplicas, incluso si sus teologías son diferentes. Solo hay un vivificador, sustentador y salvador, el Señor del hombre y las criaturas, Prajapati y Abba, el progenitor.


4. El Dharma y el Evangelio.


Una vez pasada la sección teológica, podemos continuar con los otros aspectos de las dos religiones. En el caso del cristianismo es fácil encontrar la esencia de la enseñanza, pues poseemos las palabras de su fundador (Jesús de Nazareth). Y en ningún lugar su mensaje es más claro, más sencillo, más puro que en el Sermón del Monte, una conferencia dada en un monte cerca al Lago de Galilea. El sermón dice lo siguiente:


Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados; bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra; bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán satisfechos; bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia; bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios; bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios; bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados sois vosotros, cuando os injurien y persigan y, mintiendo, dijeren todo mal contra vosotros por mi causa. Regocijaos y alegraos, porque grande es vuestro galardón en los cielos (…)


Mateo 5.1-12


El cristianismo es la religión de los pobres, los perseguidos, los humildes, los mansos, los misericordiosos y los justos. El evangelio de Jesús es ofrecer la otra mejilla, andar la segunda milla y perdonar hasta setenta veces siete. Él mismo resumió sus enseñanzas en el siguiente verso:


Y respondiendo Él, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu entendimiento, y a tu prójimo como a ti mismo.


Lucas 10.27


Evangelio viene del griego Eu-aggelos (Ευαγγελος) y significa ‘las buenas nuevas’, aunque más preciso sería decir ‘el buen mensaje’. Así pues, las nuevas de Jesús eran amar a Dios y al prójimo, las cuales, no obstante, son más antiguas que el Universo mismo. Esto en lo que respecta a la esencia, porque según la denominación, el evangelio engloba regulaciones de carácter moral y rituales/sacramentos/ordenanzas que no son universales. No por ello, el ritual y la regulación son innecesarias o vacías, siempre y cuando estén sintonizadas con la esencia cristiana: la caridad.


En el hinduismo tenemos el Dharma, un concepto cuya determinación es mucho más etérea y amplia que el evangelio. Se dice, por ejemplo, que el más alto Dharma es la no-violencia (Ahimsa paramo dharma), y en esto concuerda con el mensaje de Jesús. El Dharma también engloba la regulación y el ritual, así como la ética y la moralidad. Pero va más allá, en tanto que el Dharma es el camino único de cada entidad viviente, de cada tipo de cuerpo, ya que engloba la acción correcta. De tal manera, el Dharma del águila es volar y cazar, y el del ser humano es conocerse a sí mismo. Entre humano y humano el Dharma es idéntico en términos generales, pero diverso en la particularidad. Unos se ganan la vida con una profesión y otros con otra, y aun así, si la ejecutan bien y por el provecho propio y ajeno, entonces dos profesiones distintas se ajustan al Dharma.


Con todo, la religión se engloba en el Dharma también. Durante la colonia, el cristianismo era llamado el Dharma de los británicos. Esto se puede entender como el cristianismo en general, el protestantismo o la iglesia anglicana; en tanto que son diferentes ramificaciones del Dharma. El hinduismo es el Sanatana Dharma (el Camino Eterno), pero también cobija distintos Dharmas: vaishnavismo, shaivismo, shaktismo, smartismo, saurismo, brahmanismo, etc. El Dharma incluye, además, la ley secular; tal como lo describe los varios Dharma-shastras, famoso entre los cuales el Manv-smriti.


Habiendo observado todos los Shatras, y aliado con los Vedas con el ojo del conocimiento, el erudito ejecutará los deberes (Dharmas particulares a su orden [Svadharma]) en conformidad con las pruebas del Shruti. Por practicar las piedades inculcadas en el Shruti y el Smriti, una persona adquiere fama en esta vida y excelente felicidad en la siguiente.


Manv-smriti (Manava-dharmashatra) 2.8-9


6. Textos Sagrados.


Los hindúes tenemos los Vedas y todas sus dependencias. Los cristianos tienen la Biblia. Mencionar todo el contenido, en ambos casos, resultaría en un texto muy extenso, y este ya lo es más de lo que había planeado. Así que prefiero una breve explicación de los textos de manera diacrónica, debido a que, en ambos casos, la tradición ha oscurecido su verdadera evolución. 

 

6.1 El Veda: shruti y smriti.



La literatura sagrada hinduista es supremamente extensa, pero todo texto depende del Veda. Veda proviene de la raíz vid- (conocer/ver), y se trata de un conocimiento revelado por medio de la introspección y la experiencia mística. No hay un único autor del Veda, porque es Apaurusheya (no hecho por hombres), de ahí que se le llame también Shruti (lo escuchado/revelado). En su lugar, el Veda se obtuvo gracias a las profundas meditaciones de los Rishis (sabios), quienes, inspirados por lo divino, compusieron himnos en alabanza a Dios, manifestado en los muchos Dioses del Rig-veda. Este texto, el Rig -de Rik (los versos)- es el texto religioso más antiguo de la humanidad. Consta de 1028 himnos divididos en 10 mándalas (capítulos).  Aunque la esencia del Rig-veda es eterna, se estima que fue compilado en torno al año 1500-1200 a.C. por varias familias sacerdotales de las tribus Arya, que recién se habían instalado en el subcontinente indio.


Poco después de la compilación del Rig-veda, se compilaron las otras dos porciones del Veda: el Yajur y el Sama. El Yajur-veda posee dos versiones: la Krishna (oscura o desorganizada) y la Shukla (clara u organizada). Este libro contiene himnos dedicados a asistir y preparar el sacrificio (Yajña). En cambio, el Sama-veda consta del conocimiento musical con el que se debe acompañar el Yajña. Antes del año 1000 a.C se introdujo una cuarta porción al Veda, llamada Atharvangirasa o Atharva-veda. El Atharvan engloba una gran cantidad de temas, desde encantamientos triviales hasta profundos himnos filosófico-especulativos.  


El Shruti cuenta, además, con 4 capas: Samhita, Brahmana, Aranyaka y Upanishad. El Samhita (compilación) son los ya mencionados 4 Vedas. El Brahmana (libros del sacerdote) son comentarios, en su mayoría en prosa, que expanden y explican los himnos, el sacrificio y otros temas. El Aranyaka (libros del bosque) va más allá en cuanto a temas confidenciales y metafísicos. Y, por último, el Upanishad (la enseñanza confidencial) contine el más alto conocimiento de los Vedas: Brahma-vidya. En total hay 108 Upanishads reconocidos, aunque en potencia deberían ser 1108, por cada Shakha del Veda. Sin embargo, esta última afirmación carece de sustento definitivo. 13 Upanishads son los más antiguos -datados de entre el 800 al 500 a.C.- y son los más autoritativos. Solo para dar un ejemplo de la relación entre las cuatro capas del Veda, en el Shukla Yajur-veda se encuentra el Shatapatha Brahmana, en él se halla el Brihadaranyaka, y una porción de este es el Brihadaranyaka Upanishad.


El Smriti es mucho más amplio. Su nombre significa ‘lo recordado’ y su autoría es humana; si bien siempre se remonte su precepción hasta fuentes divinas. Los Dharma-shastras son Smritis, y hay varios, con distintos matices en su presentación del Dharma. Las dos grandes épicas, el Ramayana y el Mahabharata, se incluyen en esta categoría, aunque bajo la denominación de Itihasas (historias).  Su historicidad, con todo, no es convencional, porque en ellos se manejan temporalidades míticas. Por lo tanto, son más cercanos a la leyenda y a la literatura, sin que con ello se demerite su valor espiritual. El Ramayana es algo más antiguo que el Mahabharata, y ambos textos se consolidaron en su forma actual en los últimos siglos antes de nuestra era (años 400 – 1 a.C.). El Ramayana fue escrito por Valmiki, afirmación que parece correcta porque un análisis literario da entender una única autoría en sus 7 capítulos (Khanda); el último libro (Uttarakanda) es una adición posterior. El Mahabharata, por otro lado, consta de capas antiguas y recientes, siendo su núcleo el Jaya -la sección del poema que narra la Batalla de Kurukshetra-; su autoría se adjudica a Vyasa (el compilador), del cual se duda su existencia o que haya sido una única persona.


Por último, están los Puranas, una especie de textos enciclopédicos, que incluyen mitología, historia, cosmología, geografía, filosofía, metafísica, gramática ritual, leyendas y mucho más. El material puránico es muy antiguo, aunque mesclado con material reciente. Son en total 18 Maha-puranas o Puranas principales, y 18 Upa-puranas, o secundarios. No obstante, esta designación es engañosa, en tanto que las diferentes listas de Puranas no concuerdan siempre entre sí. De tal manera, el número real, pero no oficial, de Mahapuranas es 20. Su composición es más tardía: entre los siglos I y X d.C. Algunos, sin embargo, son aún más recientes; por ejemplo, el Purana citado al inicio de este escrito – el Bhavishya purana- contiene adiciones hechas al menos unos 200-300 años atrás. Aquí no he tenido en cuenta los Puranas vernáculos (Alpa-puranas).


Empero, debo hacer un ‘disclaimer’, porque este resumen no concuerda con la versión tradicional de la historia de la literatura sagrada del hinduismo. Nosotros tenemos nuestra propia historia que nos da una perspectiva diferente del asunto. Entonces decidí incluir esta versión objetiva -cuando así lo dicta la razón sobre la fe- porque al explicar la literatura cristiana, seré igual de estricto en presentar su evolución.


6.2 La Biblia: antiguo y nuevo testamento.


La palabra Biblia significa ‘los libros’ en griego. Consta de dos partes: el Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento corresponde a grandes rasgos con el Tanak -o la Biblia judía. Esta primera parte consta de 46 libros divididos en las siguientes categorías: el Pentateuco, los libros históricos, los libros poéticos, los profetas mayores y los profetas menores.


El Pentateuco incluye los libros: Genesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Ellos cuentan el origen del pueblo de Israel, el ciclo de Moisés y la deambulación por el desierto, contienen la ley y el convenio de YHWH con su pueblo elegido. Los libros históricos son: Josué, Jueces, Rut, Samuel 1 y 2, Reyes 1 y 2, Crónicas 1 y 2, Esdras, Nehemías, Tobit, Judith, Ester, y Macabeos 1 y 2. Estos libros relatan la -supuesta- conquista de Canaán por parte de los israelitas, el gobierno de los jueces, los ciclos de David y Salomón (la monarquía unida), y el periodo de el primer templo -o de los reinos del norte y del sur. Esdras, Nehemías y Macabeos corresponden al periodo del segundo templo.


Los libros poéticos incluyen: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Libro de la Sabiduría, Libro del eclesiástico y Cantar de cantares. A ellos no concierne la historia del pueblo judío, en su lugar se trata de himnos, poemas, sabidurías y otro tipo de composiciones, todos ellas muy hermosas. En cuanto a los profetas mayores, tenemos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruch, Daniel y Ezequiel. Entre los profetas menores, y sus libros, se cuenta: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. Todos los libros proféticos contienen amonestaciones y -obviamente- profecías de distintos tipos. Muchas de estas profecías fueron luego interpretadas y apropiadas por los cristianos.         


El Antiguo Testamento se consolidó en el periodo del segundo templo (años 516 a 70 a.C.) y consiste de varias fuentes, algunas más antiguas que otras. Una teoría sostiene que algunas de sus distintas fuentes pueden designarse como: Jahwistas, Elohistas, Sacerdotales y Deuteronomistas. De tal manera, muchos libros fueron escritos siglos después de las historias que representan. El primer personaje mencionado en la biblia y que es corroborable es Sisac, o Shoshenq I faraón de Egipto, que vivió en torno al año 900 a.C. Entonces, la mayoría de material bíblico con relatos anteriores al periodo de los dos reinos de la edad del hierro (Juda e Israel), es legendario y/o mítico. Esto hace que, en instancia, el Genesis, el Éxodo, los jueces y la monarquía unida que relata la primera parte de la biblia no sean hechos comprobables por la arqueología o la historia. No por ello la Biblia es falsa, al contrario, es un libro de altísimo valor espiritual, pero, así como las escrituras hindúes, no necesariamente son libros históricos en pleno derecho.


Jesús de Nazareth no aparece en ninguna parte del Antiguo Testamento; en su lugar, los cristianos reconocieron en él el cumplimiento de muchas profecías, especialmente las de Isaías. Aunque los judíos -sus autores- no aceptan estas interpretaciones. En su inicio los libros individuales fueron compuestos en lengua hebrea y aramea, pero la primera compilación de todos ellos es la Septuaginta (biblia de los setenta), escrita en griego koiné, en los últimos siglos antes de nuestra era. El cambio al griego se debe a la presencia de los reinos helenísticos (seléucidas y ptolemaicos) en el levante (Palestina).


El Nuevo Testamento es exclusivamente cristiano y fue escrito en griego. Esta sección se constituye de 27 libros: los 4 Evangelios, el libro de los Hechos de los Apóstoles, las 13 epístolas paulinas, la Epístola a los hebreos, las 7 epístolas católicas (generales) y el libro del Apocalipsis. Los Evangelios tratan principalmente sobre la vida de Jesús, pero ninguno de ellos fue es contemporáneo a su figura principal. Marcos es el evangelio más antiguo, escrito algunas décadas después del martirio de Jesús. Mateo y Lucas se llaman evangelios sinópticos, porque son muy similares a Marcos. Juan es el más reciente y contiene episodios no presentes en los anteriores. Los Hechos de los Apóstoles narran la historia de la iglesia primitiva tras la ascensión de Jesús a los cielos.


Las trece epístolas paulinas fueron escritas por el apóstol Pablo de Tarso, y están dirigidas a las principales comunidades cristianas en el imperio romano del siglo I. Estas epístolas están dirigidas a los: Romanos, Corintios (1 y 2), Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses y Tesalonicenses (1 y 2). Otras epístolas paulinas se dirigen a individuos en concreto: Timoteo (1 y 2), Tito y Filemón. Las epístolas universales están dirigidas a todos los cristianos, por eso se llaman católicas o generales, sus títulos indican su autor, y son: Santiago; Pedro 1 y 2; Juan 1, 2 y 3; y Judas (no confundir con el Iscariote).


Finalmente tenemos al famosísimo Apocalipsis de Juan. Es improbable que su autor fuera el apóstol Juan el amado, y no se sabe con certeza quien era este Juan de Patmos, quien se presenta como el vidente y compositor. Este libro no es el único apocalipsis que existe, pues hay todo un género de literatura judía y cristiana denominado apocalíptico. Apocalipsis significa ‘la remoción del velo’, y los textos de este tipo son escatológicos: tratan acerca del fin de los días y el establecimiento del reino de los cielos. Si bien, y contrario a la creencia popular, más que tratar del fin de los tiempos (el futuro), este libro refleja y codifica a través de un complejo simbolismo, las esperanzas y la situación general del cristianismo primitivo durante la primera de sus persecuciones, en el siglo I d.C.


7. Creencias.


7.1 Cosmología.


7.1.1 Creación.


De acuerdo al Génesis, en el caso del cristianismo, Dios creó al mundo en 7 días. En el primero, Él separó la luz de las tinieblas, y al día de la noche. En el segundo, separó las aguas terrestres de las aguas celestes (mar y nubes). En el tercero, separó la tierra seca e hizo crecer sobre ella las hierbas y los árboles. En el cuarto, colocó dos luminarias en el cielo (la Luna y el Sol). En el quinto, creó a los peces y todas las criaturas marinas, a los reptiles y a las aves. En el sexto, creó a los mamíferos. En ese mismo día creó la cumbre de la creación: el ser Humano. De esta manera lo creó:


Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y domine sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre el ganado, y sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se mueve sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a la imagen de Dios los creo; hombre y mujer los creó.


Génesis 1.26-27


En el día séptimo Dios descansó; por ello, el séptimo día de la semana fue, más tardíamente, seleccionado como el día de reposo: el Sabbath (sábado). Los cristianos, sin embargo, lo celebran el domingo (dies domine) en rememoración de la resurrección de Jesucristo.


Adán fue el primer hombre, y de su costilla Dios creó a la primera mujer: Eva. La pareja primordial vivía en el Jardín del Edén, un lugar perfecto, y eran inocentes. Dónde quedaba el jardín no es claro, pero siendo que el río Éufrates era uno de los cuatro cuerpos de agua que allí se originaban, los antiguos israelitas lo situaban en algún lugar de la creciente fértil (el Levante y Mesopotamia). En el centro del Éden había un árbol vetado al ser humano cuyo fruto era especial: la ciencia del bien y el mal. La serpiente, por insidia o curiosidad, convenció a Eva que comiese del árbol, y ella accedió. Para no separarse de su mujer, Adán también comió del fruto prohibido. Entonces, Dios castigó al hombre por haber transgredido su palabra -este es el pecado original- y lo expulsó del jardín, maldiciéndolo con la mortalidad, el esfuerzo y el dolor de parto -este último para la mujer.


Con todo, Adán y Eva fueron fieles a Dios durante toda su larga vida (casi un milenio) y tuvieron muchos hijos. Sus descendientes poblaron toda la tierra y llegaron a ser poderosos. Pero al cabo de algo más de mil años, los humanos se corrompieron y Dios destruyó a toda la población con un diluvio. Solo Noé, descendiente directo de Adán, y su familia se salvaron en un arca, junto a una pareja de todas las especies animales. Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jaffet. Todos los pueblos de mundo descienden de estos tres hijos, empero, es entre la simiente de Sem (padre de los semitas) que nació Abraham, y de este último, las doce tribus de Israel.  


La historia en el hinduismo es bien diferente y hay versiones contrastantes. Cuando el Purusha desea crear, interactúa con su potencia interna (Shakti/Prakriti), y se transforma en la causa efectiva y material del universo. La causa efectiva fecunda la causa material con la causa instrumental: el tiempo. Todas las tres causas no son sino emanaciones del Brahman, por lo que este mundo no es diferente de su causa:


(Brahman es la causa material) en cuanto a la acción refiriéndose a Sí mismo. (Esto es posible) debido a la transformación (Parinama).


Brahma-sutra 1.4.26


La teoría Parinamavada (de la transformación) indica que la materia es una evolución del Brahman, que sin embargo permanece inalterado, y su relación es de diferencia y no-diferencia.


Según la versión vaishnava, Maha Vishnu duerme sobre el océano causal, y su sudor emana de su piel en forma de gotas de agua. Cada gota es un universo en dónde el Purusha entra en forma de Garbhodakasayi Vishnu. Vishnu en esta forma también duerme sobre la serpiente Ananta Shesha. Del ombligo de Vishnu surge una flor de loto en cuyos pétalos está el Brahmanda (el huevo de Brahma). De este huevo nace el Purusha de sí mismo, por lo que recibe el nombre de Svayambhu -mejor conocido como Brahma.


Brahma crea primero a la Diosa Sarasvati, y divide el cosmos en tres partes: Svarga-Martya-Patala. Luego genera a los 4 Kumaras y al sabio Narada, esperando obtener descendencia de ellos, pero ninguno satisface su deseo pues desean permanecer célibes. Entonces de la mente de Brahma nacen los Prajapatis (Progenitores)-que pueden ser 21, 16 o 10. Estos Dioses sí le otorgan descendencia a su Padre. Daksha, por ejemplo, procrea muchas hijas para que se casen con los demás Prajapatis. Así pues, el Prajapati Kashyapa se casa con Aditi (Infinidad), Diti , Danu, Vinata, Kadru, Arishta, Surasa, Surabhi, Tamra, Krodhavasha, Ira, Vishva y Muni. Cada esposa le da una especie de hijos, entre los cuales hay seres celestiales, terrenales, animales, sutiles, volátiles, ctonicos e infra-terrenos. De Aditi, por ejemplo, nacen los Dioses (Adityas); y de Diti y Danu los Daityas y Danavas (demonios). De uno de los Prajapatis (Manu) nace la humanidad.


7.1.2 El Cosmos.


Para los cristianos, el cosmos se divide en tres grandes planos: el cielo, la tierra y el infierno. La tierra es el mundo donde viven los seres humanos y demás creaciones de Dios. El cielo no se refiere a la atmosfera de nuestro planeta, sino al lugar donde vive Dios, con los santos, ángeles y profetas. En el Cielo no hay muerte ni ningún mal, y allí van a parar las almas de las personas buenas. El infierno no es gobernado por el diablo, contrario a la creencia popular, se trata más bien de un lugar donde se castiga al diablo y a su seguidores -aquellos que hacen el mal. Esto es lo que se puede decir a grandes rasgos de la cosmología cristiana, porque cada confesión posee una versión con sus propias particularidades.


Para los hinduistas, también hay tres planos y 14 mundos: los cielos (Svarga), la tierra (Martya) y los mundos subterráneos (Patala). Svarga se divide en 6 cielos: Bhuvar, Svar, Mahas, Jana, Tapa y Satya. Allí viven los Dioses, los ancestros, los sabios y las razas celestiales. Martya, por otra parte, corresponde solo al plano de la mitad: Bhu (la tierra). La tierra se divide en 7 continentes-islas (Dvipas) que se contienen unas a otras, concéntricamente. En el centro está el Axis Mundi (el eje del cosmos): el Monte Meru. La isla central es Jambudvipa, que corresponde a este mundo (planeta tierra). Patala no es lo mismo que un infierno, ni son lugares de tormento, aunque sus habitantes sean peligrosos para aquellos de los demás planos. Allí viven en opulentos mundos subterráneos los Nagas, Daityas y Danavas. Los 7 Patalas son: Atala, Vitala, Sutala, Rasatala, Talatala, Mahatala y Patala.


Los infiernos (Naraka), están en lugares no determinados más abajo que Patala. Más bajo aún está Ananta Shesha, la Serpiente Cosmica, sosteniendo los 14 mundos en una de sus mil cabezas. Sobre Shesha descansa Garbhodakashayi Vishnu, y ambos flotan sobre el océano universal (Garbhodaka). En Satyaloka, el mundo más elevado, se encuentra Brahma sobre una flor de loto. Más arriba queda Kailasha, el mundo de Shiva; y aún más arriba está el océano de leche, donde habita Kshirodakashayi Vishnu en una isla llamada Shvetadvipa. Por encima aún están los mundos del Brahman/Paravyoman; ellos son incontables, innumerables e indescriptibles. En todos ellos habita Narayana.


7.1.3 Escatología.


Para los cristianos esta la Parusía o segunda venida de Jesucristo. En su primera venida, Jesús predicó el inminente advenimiento del reino de los cielos y se dedicó a salvar, enseñar y preparar a las personas para aquel reino. En su segunda venida, Él vendrá trayendo el reino de los cielos consigo, literalmente. El Apocalipsis describe el terrible estado del mundo antes de su llegada; y tras derrotar a las fuerzas del mal, Jesús reinará sobre la tierra durante mil años (el Milenio). Pasado este tiempo, el diablo será soltado una vez más, y en una confrontación apoteósica el bien vencerá al mal definitivamente. Entonces, Dios mismo vendrá a habitar en medio de su creación y todas las cosas habrán cumplido su propósito.



Para los hinduistas, hay tres finales: dos cosmológicos y uno personal. El primero es la Naimittika-pralaya o disolución temporal -renovación- del cosmos. Toda la materia y las entidades vivientes se derriten por medio de tres calores: Los siete soles, el fuego de las mil bocas de Ananta Shesha y el fuego de la danza Samhara-Tandava de Rudra/Shiva. Cuando el universo arde como una bola de hierro en el horno, la materia se disuelve en el agua de las nubes Samvartaka. Entonces, la materia indiferenciada entra en estado de reposo y las entidades vivientes son absorbidas en el cuerpo de Vishnu. Esto ocurre al final de cada Kalpa (día divino). Cuando el Kalpa ‘’nocturno’’ acaba, la creación secundaria (Pratisarga) tiene lugar una vez más.


Luego está el final completo de un universo, Prakritika-pralaya. Brahma, que es la fecundación del universo (un huevo cosmico), se retrae en el loto en que nació y se funde en el ombligo de Vishnu. Entonces la materia se re absorbe en sus causas, porque sin fecundación, esta es Avyakta (imperceptible/no-manifiesta). El universo entero se contrae y desaparece, quedando solo la potencialidad (Pradhana), que no es independiente de Brahman. Tras el fin de uno de estos ciclos, la rueda del tiempo vuelve a girar y una nueva creación primaria (Sarga) tiene lugar.


 El único fin absoluto es el de detener la rueda de Samsara con el poder del conocimiento: Atyantika-pralaya. Cuando un alma se reconoce a sí misma como y en Brahman, la materia y el tiempo pierden todo control sobre ella, y obtiene la liberación. Más allá de esto nadie sabe. Este es el cumplimiento del propósito de la creación.


7.2 Resurrección y Reencarnación.


La muerte es un problema universal, y todos los grupos humanos hemos especulado con respecto al destino del alma tras este acontecimiento. El alma es aquello que vivifica el cuerpo y es infinitesimal. El alma no nace y no muere. Tampoco depende de la mente, de la memoria, de los sentimientos, de los alientos o del cerebro, del corazón, del vientre o ninguna otra parte del cuerpo. El alma es inmortal.


Los cristianos creen que una vez separada del cuerpo el alma va a distintas destinaciones, según lo afirma cada denominación. Pero todas concuerdan en que cuando el tiempo de todas las cosas se cumpla, el alma retornará al cuerpo donde una vez vivió, y comparecerá ante Dios en el Juicio Final. Por tanto, se sostiene que el alma, quien solo vive una vez, solamente tiene una oportunidad para demostrar su justicia y virtud. Después del juicio, el ser resucitado vive eternamente en el reposo de Dios, o sufre condenación eterna en los infiernos.


Los hinduistas creemos que el alma pasa de un cuerpo a otro según sus acciones y deseos. El cuerpo que tenemos hoy es construcción de las vivencias pasadas. Cuando un cuerpo muere nacemos en otro y así sucesivamente, siempre que la Jiva (el ser individual) este sujeto al deseo y a la ignorancia. Reencarnar, sin embargo, no es la meta, sino un camino. La meta es detener el ciclo de reencarnaciones y retornar al estado original: el Brahman-Atman.


8. Prácticas fundamentales.



Como el cristianismo es tan internamente diverso, no hay como definir las prácticas clave, con una única excepción: el bautismo. Y, aun así, su ortopraxia no es universal. El bautismo consta en un baño ritual -parcial o completo- que simboliza la muerte del individuo carnal y el nacimiento de un ser espiritual. Adicionalmente, el agua lava los pecados de la persona; algunos dicen que borra el pecado original (adámico), aunque de estoy no hay consenso. La práctica del baño ritual era popular entre las sectas judías en la época anterior al nacimiento de Jesús, pero fue Juan el Bautista quien institucionalizó el bautismo en la forma que conocemos. Jesús no tenía necesidad de ser bautizado, y aun así participó del ritual para dar ejemplo a la humanidad, según narran los evangelistas. El bautismo, se cree, es el inicio de la vida cristiana y marca el hito de inclusión en la comunidad cristiana.


Los hindúes tenemos la ceremonia Upanayana, que confirma a un individuo como parte de la sociedad Indo-arya como un Dvija (nacido dos veces). Pero este ritual/impresión (Samskara) no es necesario. Yo nunca he tenido aquella ceremonia ni necesito de ella. Para ser hindú solo hay que sentirse como tal, pues no hay credo, ni dogma, ni iniciación en el camino eterno-universal: Sanatana Dharma. Empero, si hay baños rituales en los Thirthas (Vados sagrados) de los diferentes ríos sacros. El más famoso es el baño en el Ganges, especialmente en Varanasi, pero también resaltan los baños en Haridvar y Prayagraj. Otros lugares sagrados para bañarse en diversos ríos incluyen Ayodhya y Mathura. Bañarse en un río, con todo, no es un proceso de iniciación, sino de purificación constante.


Otro pilar de la práctica cristiana es el de la comunión, que representa el sacrificio expiatorio de Jesucristo. Otra vez, no obstante, no hay como definir una praxis universal de la comunión; a no ser la inclusión de un líquido y una comida sólida, ingeridos en memoria del cuerpo y sangre de Jesús. La comida es sagrada en el hinduismo, el Prasada, por ejemplo, es un alimento espiritual, ya que se trata de los remanentes de la comida ofrecida a la divinidad. Comer produce Karma, pero comer Prasada elimina el Karma.


En cuanto a la plétora de los demás rituales de ambas religiones, la verdad es que son tantos y tan variados que no me da el espacio para mencionarlas todas, y ya de por sí, este escrito es lo suficientemente largo.


9. Conclusión.


 Si hay un ejemplo de arañar la superficie, este escrito es aquello. El tema simplemente me desborda, por eso mi énfasis fue en la comparación del tuétano teológico, que no representé en todas sus dimensiones. Pero es que no hay como definir en 40 páginas a estas dos tradiciones milenarias.


Siendo así, la conclusión de este escrito de ideas difusas es la siguiente: la Divinidad está presente en toda la creación, sea como sea que haya sido. Y cada grupo humano la ha descubierto en su propia forma y le ha dado su propio lenguaje. El Cristo es el redentor de occidente, y del oriente y toda dirección. Su Padre es Brahman, así como es Padre de todas las criaturas, móviles e inmóviles. Dios es Uno, Único, Uno Único, sin un segundo: esto es algo que el hindú y el cristiano creen en común, si bien varie la particularidad de la interpretación. Y siempre variará, porque la naturaleza del humano con el humano, del humano con el mundo, y el humano con Dios, es de diferencia y no-diferencia: uno en la esencia y dos en la especificidad.   


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